Oratorio del Caballero de Gracia

Hola queridos amigos. Os habrá pasado que, al pasear por la Gran Vía, cerca de su inicio en la calle de Alcalá, y antes de llegar a la conocida como Red de San Luis (eje Montera, Hortaleza, Fuencarral) os habéis encontrado una cruz sobre un edificio, en cuya fachada hay una especie de gran cilindro de piedra sobre el que descansa el símbolo católico, y os habréis hecho la pregunta, ¿qué será eso, una iglesia? No os lo preguntéis más, pues hoy os lo voy a descubrir, es el Oratorio del Caballero de Gracia, bueno, su parte posterior, porque, aunque se puede entrar por Gran Vía, su puerta principal está en su calle homónima paralela.

Fachada de Gran Vía

El Caballero de Gracia

Pero, ¿quién fue el Caballero de Gracia? Su nombre era Jacobo Gratij, y nació en Módena (Italia) el 24 de febrero de 1517, y murió en Madrid en 1619, a los 102 años de edad. Estudió en Florencia y Bolonia, donde conoció a Juan Bautista Castagna, más tarde Papa Urbano VII, al que acompañó durante más de treinta años de vida diplomática al servicio de la Santa Sede por toda Europa. Residió en Madrid de 1565 hasta 1572, para atender la Nunciatura Apostólica. Más tarde, tras unos años en Italia, en 1578 regresó a la Capital de España, donde permaneció hasta su muerte.
 
Fachada principal en la calle Caballero de Gracia

Desde 1581 fundó diversas instituciones de carácter caritativo, religioso y educativo, como el Hospital para italianos, el Colegio de niñas huérfanas Nuestra Señora de Loreto, el Hospital para Convalecientes, el Convento del Carmen Calzado, el Convento de los Clérigos Regulares Menores, y el Convento de las Franciscanas Concepcionistas, llamadas Franciscanas del caballero de Gracia. En 1587, a los 70 años de edad, es ordenado sacerdote.

Panorámica general del Oratorio

A finales del siglo XVI, fundó la Real Antigua y Venerable Congregación de los Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento, hoy día denominada Asociación Eucarística del Caballero de Gracia, que fue aprobada el 13 de noviembre de 1609 por el Sr. Cardenal Arzobispo de Toledo, D. Bernardo de Rojas y Sandoval, siendo confirmada por los Papas Pablo V, Urbano VIII y Clemente XIV, que además concedieron ciertos privilegios.

Detalle de las columnas de la nave

Jacobo Gratij, el Caballero de Gracia, como he comentado anteriormente, murió en Madrid en 1619, con fama de santidad, y en 1623, San Simón de Rojas, su sucesor al frente de la Congregación, inició su causa de beatificación en Toledo.

La Virgen Niña con San Joaquín y Santa Ana

El Oratorio. Historia

La Congregación creada por Jacobo Gratij, en sus inicios, tenía su sede en la Iglesia y Convento de las Madres Franciscanas Concepcionistas, hoy desaparecidos, que se encontraban ubicados en lo que hoy es el cruce de las calles Clavel y Caballero de Gracia. A la muerte del fundador, la Congregación compró un solar cercano, donde había estado el mesón de Doña Elvira de Paredes, y construyó, desde 1654 hasta 1662, un Oratorio, de cuyas obras estuvo al frente uno de los mejores arquitectos de Madrid de la época, Juan Torija, ayudado por el arquitecto de la Compañía Hermano Bautista. Este Oratorio se inauguró el miércoles de Ceniza de 1662, probablemente en un estilo llamado “jesuítico”, a base de pilares, paredes de ladrillo y tapiales.
 
Parte superior del ábside

Pero a mediados del siglo XVIII, como se había quedado pequeño para las necesidades de la Congregación, y el templo estaba en malas condiciones, se decidió hacer una construcción nueva, más grande y más moderna, y así, el 17 de julio de 1781, se encomendó a Juan de Villanueva, la tarea de diseñar y construir un nuevo templo, más acorde a los tiempos, quien trabajó con el Maestro de obras Antonio de Abajo.

Santísimo Cristo de la Agonía

Gracias a la generosidad de los fieles, el día 15 de junio de 1782, el Cardenal Lorenzana, Arzobispo de Toledo, coloca la primera piedra del nuevo Oratorio, en el mismo lugar donde estaba emplazado el anterior. Aunque las obras empiezan a buen ritmo, al año siguiente, comienza a haber dificultades económicas, por lo que las tareas empiezan a paralizarse por largos periodos de tiempo, aunque hubo momentos de reinicio debido a ciertos donativos.

San Miguel

En la fase final, por falta de medios, la Junta le pide a Villanueva que reduzca gastos y adornos, por lo que éste decide abandonar el proyecto, que pasó a cargo de su discípulo, el madrileño Pedro Arnal, quien toma rápidamente el mando, y reinicia las obras el 9 de diciembre de 1794. Así, el 2 de febrero de 1795, se inaugura y bendice el nuevo Oratorio, cuyos gastos ascienden a más de 1.600.000 reales de vellón, casi el doble de lo presupuestado en un principio por Villanueva.

Vista general del ábside

30 años después de la inauguración, el 30 de diciembre de 1828, decide la finalización del Oratorio, con la construcción de la fachada principal, en lo que hoy es la calle Caballero de Gracia. Se encarga de los diseños Custodio Moreno, Consiliario seglar de la Junta, basados en el modelo de fachada que había trazado Villanueva, y así, en septiembre de 1829, se terminan las columnas y la reja de entrada. Bajo el ventanal que da luz al coro, se pone una reproducción en piedra de la Última Cena de Leonardo Da Vinci, y sobre la puerta de entrada, el Cordero del Apocalipsis, ambas obras de José Tomás. El primer domingo de mayo de 1831, se hace una fiesta de inauguración de la nueva fachada.

Columnata

Ya en 1865, se realizó una restauración del edificio, a cargo de Wenceslao Gaviña, gracias a una concesión de 6.000 reales del Ministerio de Gracia. Esta rehabilitación, consistió en una limpieza general, un cambio del solado original, sustituido por una combinación de mármol blanco y pizarra, pintado de la iglesia, y se doraron los rombos de la cúpula que cubre el presbiterio.

Apóstoles San Pablo y San Pedro

Con motivo de la construcción de la Gran Vía, hubo de hacer una nueva remodelación, ya que el Gobierno Civil pretendía expropiar la casa de Capellanes y la Sacristía. Pero la Junta, nombra un arquitecto, Mendoza, que realiza los estudios y gestiones oportunos con Salaverry, arquitecto del proyecto de la Gran Vía, que era amigo suyo, para evitar la destrucción de parte del edificio construido por Villanueva.

Finalmente, en 1911, el arquitecto Carlos Luque presenta un proyecto de fachada de la Gran Vía que consiste en la agrupación de los edificios del Oratorio, con lo que se consigue salvar casi todo el proyecto anterior. Esta fachada tenía 3 cuerpos, dos a modo de torretas, y el cuerpo central que los enlazaba con un gran ventanal enmarcado por dos columnas corintias.

Cupula oval

Posteriormente, terminada la Guerra Civil, el Rector D. José María Muñoz, hace una nueva reforma que consiste en pintar los muros y bóveda, y se recuperan las obras de arte que tuvieron que salir del Oratorio en la contienda. En 1956, el templo es declarado Monumento Nacional, y en 1962, se restaura la fachada de la calle Caballero de Gracia.

Ostensorio y vidriera

En 1975, ante el deplorable estado en que se encontraba el templo, se inician unas nuevas obras de rehabilitación en la bóveda, la media cúpula del presbiterio, la cornisa y las bovedillas. Se inaugura la instalación eléctrica de la nueva iluminación artística, se restauran cuadros por mano de Teresa Ausín, así como los marcos, que fueron restaurados por Francisco Mohedano y José López Reres, y por último la restauración de las puertas interiores y de los confesionarios.

Finalmente, se demuele el cuerpo central de la fachada de Gran Vía, y en 1979, queda cerrado el ábside. Ya en 1990, Javier Feduchi se hizo cargo de la nueva remodelación de la fachada de Gran Vía, y consigue, sin demoler los cuerpos laterales, mantener los elementos clásicos fundamentales de la obra.

Aparición de Cristo Resucitado a Santa María Magdalena

En 2003 se realizó la última remodelación del edificio, que consistió en recuperar la imagen primitiva de la fachada, es decir, devolverle el revoco gris claro, típico madrileño, con despiece de sillares pintados. En 2005, se colocó una cruz de bronce sobre el muro semicircular de piedra proyectado por Feduchi en la fachada de Gran Vía.

Sepulcro del Caballero de Gracia

La Iglesia

El Oratorio tiene una nave basilical rectangular; una bóveda de cañón, a base de casetones cuadrados; un ábside, que hace de terminación de la nave en exedra de cuarto de esfera, con dos medias columnas; y una cúpula oval con cuatro ojos para dar luz al espacio central de la iglesia. Al mismo tiempo, debido a la existencia de dos filas de columnas de piedra de una sola pieza, con capiteles corintios, y que la bóveda de cañón se retoma en la zona del presbiterio, hacen un efecto visual de perspectiva que simula como si el templo tuviese tres naves atravesadas por un crucero con cúpula y pechinas.
 
San Antonio de Padua

El coro, está casi completamente ocupado por el impresionante órgano del siglo XVIII, de fabricación holandesa, construido por Albertus Van Gruisen en Lecuwarden en 1790, y traído a España en 2010.

Inmaculada Concepción

Caben destacar las pinturas al fresco de la cúpula central Zacarías González Velázquez, que representan escenas del Antiguo Testamento: “El Sacrificio de Isaac”, “Sansón alimentándose con la miel de la boca del León”, “La vuelta de los exploradores de la tierra de Canaán” y “El encuentro de Ruth y Booz”. En las pechinas, los tres Arcángeles (San Miguel, San Gabriel y San Rafael) y el Santo Ángel de la Guardia. Por último, en la linterna, la Gloria, unos angelitos con la “s” y el clavo (signos de la esclavitud), el Cáliz, la Hostia, los Panes de la proposición, el Libro de los siete sellos y el Cordero, y unas bandas con las inscripciones “Hic Salus, Hic Vita, Hic Gratia, Hic Gloria”.

Altar Mayor

A lo largo de toda la iglesia, se pueden contemplar diversas obras, entre cuadros y esculturas desde el siglo XVII. Entre ellos, podemos nombrar, a ambos lados de la puerta de entrada a la nave del templo, a Nuestra Sra. de la Perseverancia y a San Juan Evangelista, ambos de las primeras décadas del siglo XVII, con rasgos muy parecidos a una escuela no muy lejana al Greco. El rostro y manos de la Virgen tienen una perfección exquisita que dan un aire esperanzador más que doloroso.

San Expedito

Son también importantes las pinturas de “San José” y la “Inmaculada Concepción”, también de Zacarías González Velázquez, ambas de 1795. Así mismo, caben destacar, de ese mismo año, otras dos pinturas, de José Beratón, “Apóstoles San Pablo y San Pedro”, y la “Aparición de Cristo Resucitado a Santa María Magdalena”.

Es también importante el cuadro “La Virgen Niña con San Joaquín y Santa Ana”, de 1796, de José Camarón, y tampoco hay que desdeñar a “San Miguel”, pintado ese mismo año, por José López Enguídanos. Hay otro pequeño cuadro, en uno de los laterales de la nave, pintado por Armando Pareja Tello en 2006, que representa a San Josémaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei.

Panorámica del templo desde el coro

En lo que a la parte escultórica se refiere, destacan, en uno de los lados del presbiterio, y encima de una peana con cabezas de ángeles, realizada por José Pérez Reyes, la imagen de la Inmaculada, y justo enfrente, en el otro lado presbiterial, otra peana similar, con la figura de San José. Las dos tallas están hechas con criterios netamente neoclásicos en los años 1756-59, y son de autor desconocido.

San José

Al lado del presbiterio, nos encontramos con la imagen de San Antonio de Padua. Según fuentes documentales de la Congregación, existía una talla de Santa Teresa, de similares características, pero que desapareció durante la Guerra Civil Española en 1936. Se cree que fueron esculpidas antes de 1765, y no se sabe a ciencia cierta quien fue su autor, pero por las características da toda la impresión de ser José Zazo o su maestro Virués.

Justo al lado de San Antonio, se encuentra una pequeña escultura de Nuestra Señora del Olvido, copia de una original que está en el Convento de las Concepcionistas Franciscanas en Guadalajara. En el lado contrario del templo, vemos la imagen de San Expedito. Fue realizado en 1898, aunque de estilo neoclásico.

Pechinas con los Arcángeles y el Santo Ángel de la Guardia

Mención especial merece el Santísimo Cristo de la Agonía, situado en los pies de la iglesia, en el lateral derecho, según se entra al templo. Su autoría se atribuye a Juan Sánchez Barba, discípulo del portugués Manuel Pereira, autor de la escultura de San Antonio de Padua que preside el altar mayor de la iglesia de San Antonio de los Alemanes, que ya os “descubrí” en el último artículo de blog. Fue tallado en 1650 y se instaló en el Oratorio en 1885, hasta 1936, cuando se destruyeron sus adornos, y el Cristo fue mutilado a golpes de hacha en el muslo y rodilla derechos, a parte de otros desperfectos menores. Fue recuperado en 1940, y restaurado por las Talleres de Arte Granda, y en 1941, fueron los hermanos Solís, los que realizaron la restauración definitiva.

Vista del coro

Por último, no hay que obviar, en el centro del muro derecho del Oratorio, el Sepulcro del Caballero de Gracia, diseñado por Custodio Moreno, y que contiene los restos de “nuestro” protagonista desde 1836. Estos se encontraban anteriormente en la Capilla de Nuestra Señora de Gracia, en la iglesia de las Religiosas Franciscanas de nuestro Padre San Francisco del Caballero de Gracia. Justo encima del sepulcro, hay una pequeña pintura que nos muestra a Jacobo Gratij, vestido con el hábito de la Orden de Cristo, de Portugal, portando una custodia. Es obra de Miguel Juan, pintado en 1617.

Capiteles de las columnas

En el resto de estancias del Oratorio hay numerosas obras más, tanto escultóricas como pictóricas, pero no están a la vista del público y, por otra parte, aunque hay algunas de cierta importancia, no son objeto de estudio de este artículo, por lo que voy a obviarlas no sin menoscabo de dar constancia de su existencia.

Órgano

Upsss, olvidaba resumiros el bonito presbiterio, del que ya os he relatado algunos elementos. Recordaréis que, a cada lado, estaban las esculturas de la Inmaculada y San José, de Pérez Reyes, y que su cubierta está compuesta por una exedra de cuarto de esfera con casetones en forma romboidal, y dos medias columnas, engarzadas con una cornisa sobre la que reza la palabra “Serviam”. Esta cornisa esta coronada por unos rafagones con dos ángeles, diseñados por Arnal.

Bóveda desde el coro

Tras el altar, de mármol, llama la atención el magnífico Ostensorio, o Expositor del Santísimo, de muy bella factura, diseñado por Juan de Villanueva en 1786, y tallado por Manuel Monjas y dorado por Próspero Sierra. El presbiterio está presidido por una bonita vidriera, que representa la Última Cena, construida por la Casa Maumejean en 1916, y que estuvo en este lugar hasta 1977, en que fue remodelado el ábside y se retiró, siendo colocada de nuevo en su lugar en 2003.

Vidriera desde el coro

Por último, quiero agradecer a D. Juan Moya, Rector del Oratorio, su amabilidad y facilidades para hacer este reportaje de una de las iglesias más desconocidas de Madrid. Y nada más, queridos amigos, os cito para el próximo artículo. Os espero, no faltéis, y recordad… ¡PASO LISTA! Saludos gatunos.

Cuarto de bóveda del presbiterio
Fuentes: 
Texto:    + “Historia atística del Real Oratorio del Caballero de Gracia” de Graciliano Roscales Orea,
                   Editado por Real Oratorio del Caballero de Gracia. 1990 y ampliaciones posteriores. 

Fotos y vídeo: + Manolo G. Sanahuja

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