Calle Mayor

Saludos gatunos amigos. Hoy he decidido dar un paseo por una de las vías con más historia de Madrid, la calle Mayor. Como siempre, empezaremos nuestro camino en la Puerta del Sol.

La calle Mayor es una de las más antiguas de la Capital, y recorrerla, significa seguir paso a paso las distintas etapas que han dado lugar históricamente nuestra querida ciudad. Aunque no toda su extensión ha sido denominada así a lo largo de su prolífica historia. El tramo comprendido entre la calle de Bailen y la plaza de la Villa, se llamó en un principio Almudena; el siguiente, entre la plaza de la Villa y la calle de Herradores, se llamó Platerías; el tercero, entre Herradores y la calle del Bonetillo, Puerta de Guadalajara; y Mayor, el tramo entre Bonetillo y la Puerta del Sol.

No ha habido acontecimiento en la ciudad, que no tuviese a la calle Mayor como lugar de paso o escenario. Comenzamos en el número 1 de la calle, lo que fue el Monasterio y la Iglesia de San Felipe el Real, que poseía su fachada directamente sobre la calle Esparteros, y en cuyas gradas se formaba un mentidero en los siglos XVI y XVII. Debajo de las gradas, se encontraban unas ”covachuelas” lugar de venta de diversos mercadillos. En frente se colocaron las mancebías denominadas “soleras”. Aquí fue asesinado el domingo 21 de agosto de 1622 a las ocho de la noche, Juan de Tassis y Peralta, segundo Conde de Villamediana y Correo Mayor de España.

Ya en el siglo XIX, en 1845, se derribó el Convento para ser construido en el mismo lugar la Casa Cordero y en ella el Gran Bazar de la Unión y el Café Lisboa, siendo considerado el primer gran bloque de viviendas de la Capital. Su nombre se debe al promotor, Santiago Alonso Cordero, que quiso distribuirlo en partes distintas según capacidades económicas o sociales, por lo que la parte central del inmueble, que se corresponde con las viviendas de lujo, se ve diferenciado del resto. Aquí estuvo durmiendo una noche en 1862, el escritor de cuentos Hans Christian Andersen.

Justo enfrente, se fundó a finales del XIX, en 1894, la pastelería La Mallorquina, de la que ya os hablé al “descubriros” la Puerta del Sol. Junto a la pastelería, en el número 4, está la Casa Palazuelo. Obra del arquitecto don Antonio Palacios Ramilo, y fue construido en 1919 por encargo del promotor privado Demetrio Palazuelo quien pretendía realizar un edificio de carácter exclusivamente comercial que acogiese tiendas, escaparates, oficinas y despachos, lo que le convierte en una iniciativa pionera en cuanto a la introducción en Madrid de una construcción proyectada exclusivamente para estos fines.

Para ello, el arquitecto se inspiró en la arquitectura comercial que se realizaba en Norteamérica por aquellas fechas. El inmueble se levanta en parte del solar que había estado ocupado por el Palacio de los condes de Oñate, antes de la reforma de la Puerta del Sol. La fachada se compone de un orden monumental de diseño clásico en el que se alternan grandes franjas acristaladas que recorren verticalmente la superficie, llamando la atención la columnata exterior a la altura del segundo piso. En el interior se presenta una planta cuadrangular de lados desiguales, en el eje se sitúa la escalera de doble tiro y un patio central en torno al que se distribuyen las cuatro alturas. La cubierta original estaba formada por una magnífica vidriera, hoy desaparecida. En el interior dominan las formas curvas y ovaladas de un claro sentido barroco.

En el número 5, vemos la casa de Ruiz de Velasco, edificio construido bajo la línea modernista que imperaba en aquellos años y diseñado en 1906 por el arquitecto José López Sallaberry. El edificio se compone de cuatro plantas y cinco huecos en cada una, donde su autor combina acertadamente el estilo renacentista español con las suaves curvas del modernismo catalán. Llaman la atención los motivos naturalistas a base de flores y tallos entrelazados que adornan todos los huecos: Cornisas, balaustradas, ménsulas, pináculos y en especial los miradores.

En el número 10, paramos a tomar un dulce en la entrañable pastelería El Riojano, que apenas ha alterado la decoración desde su fundación en 1855, a cargo del pastelero personal de la Reina María Cristina de Habsburgo, Dámaso Maza, nacido en La Rioja, de ahí el apodo con el que se le conocía y que da nombre al establecimiento. El local presenta la típica fachada donde se combinan la madera, el mármol, los escaparates de cristal y el elegante rótulo con el nombre.

En los número 16 y 18, se encuentra el magnífico edificio de la Compañía Colonial, de 1908, construido sobre un antiguo edificio de viviendas. Está dedicado a comercios y oficinas, con una fachada de estilo modernista que incluye coronamientos singulares en los miradores y pinturas que hacen alusión a los productos coloniales que comercializaba la compañía, como el cacao o el café. Casi un siglo después el edificio conserva su aspecto original y sigue acogiendo una ferviente actividad en sus tiendas y oficinas.

A esta altura, cruzando de acera, encontramos las tres entradas al lado norte de la Plaza Mayor. La primera en el número 25, por la calle Felipe III, a través de un gran arco. La segunda, en el número 33, por el pasaje Arco de Triunfo, más modesto y oscuro. La tercera a la altura del número 39, por la calle 7 de julio, también a través de arco grande.

Y llegamos a la Plaza del Comandante de las Morenas, que homenajea al Comandante Enrique de las Morenas y Fossi, que fue gobernador civil y militar del Distrito el Príncipe en las islas Filipinas, donde murió en 1899 siendo uno de los militares conocidos como los últimos de Filipinas. En esta plaza exactamente estuvo la Puerta de Guadalajara de la muralla medieval de Madrid, y por eso una placa la recuerda en el número 49 y, justo enfrente, en el número 46, tenemos el lugar donde nació Lope de Vega, en 1562. De esta plaza parte la Travesía de Bringas, por la que llegamos al conocido Mercado de San Miguel, que ya os detallaré en próximos post.

Avanzamos ahora un poco por la calle Mayor y llegamos a la plaza de San Miguel, desde la que también se accede al mercado y, a su derecha, a la altura del número 52, está la calle Milaneses, llamada así porque dos relojeros de Milán se instalaron aquí y fueron los primeros en fabricar relojes de bolsillo en Madrid. Lo curioso de esta calle es que, si miramos desde la Plaza de San Miguel hacia el tejado del número 3 de Milaneses, veremos una escultura de bronce llamada Accidente aéreo, que está ahí desde 2005 y fue ejecutada por Miguel Ángel Ruíz, y representa una persona alada que se ha estrellado contra la azotea del edificio. 

Continuamos caminando y ahora nos detenemos en el nº 59, donde se encuentra la Farmacia de la Reina Madre, conocida popularmente con este nombre porque la Reina regente María Cristina encargaba en ella sus medicinas en el siglo XIX. Nos hemos topado sin pensarlo, con el establecimiento más antiguo de la Capital. Se construyó en 1578 y su primera actividad estaba relacionada con la alquimia. Perteneció a la familia Fernández Ortiz hasta que en el año 1935 fue comprada por José Cid Guerrero.

El edificio donde se encuentra actualmente fue construido en 1913. La decoración interior es de 1914, y en ella se conservan más de 300 tarros de cerámica y cristal de los siglos XVI y XVII. Cabe destacar una gran colección de más de 400 libros antiguos, una Farmacopea, un Compendio de Ciencias Naturales, incluso recetas para el Infante Don Luís firmadas por Godoy. Al igual que en otros edificios del centro de Madrid, en el sótano existen pasadizos, y algunos, como este, con historia pues, por ejemplo, en 1830 el dueño de la botica era Don Benito Moreno, progresista y liberal, y usaba su propio local y su cueva para reunirse con partidarios de la causa, como Fermín Caballero o Modesto Lafuente.

El edificio de al lado, el número 61, es una casa estrecha, extremadamente extrecha, que fue donde vivió y murió, en 1681, Calderón de la Barca. En 1859 el inmueble se encontraba en estado ruinoso así que el propietario obtuvo del Ayuntamiento los consiguientes permisos para su demolición con el propósito de construir en el solar un edificio más moderno. Fue entonces cuando intervino el periodista Mesonero Romanos haciendo una llamada al pueblo de Madrid, a la autoridad municipal, al Gobierno y hasta a la mismísima Reina Isabel. La prensa publicó su artículo, que tuvo eco en los distintos estamentos, y con el que se consiguió la suspensión del derribo. El propietario del edificio obtuvo a cambio permiso para levantar otros dos pisos en altura que se hicieron con el mismo diseño que los dos primeros, y es así como ha llegado la edificación hasta el presente.

Seguimos caminando y llegamos a uno de mis rincones preferidos de mi maravillosa ciudad, la Plaza de la Villa. En esta plaza tranquila y monumental podremos ver la Casa de la Villa, construida en el siglo XVII como sede del Ayuntamiento de Madrid hasta que fue trasladado al Palacio de Comunicaciones de Cibeles en 2007.

A su lado está la Casa de Cisneros, construida en el siglo XVI en estilo renacentista, y la Torre y Casa de los Lujanes, del siglo XV, que es el conjunto arquitectónico de carácter civil más antiguo de la capital. En el centro de la plaza se erige la estatua a don Álvaro de Bazán, realizada en 1888 por el escultor Mariano Benlliure, cuya inscripción recoge los versos que le dedicó Lope de Vega.

En el número 70 de la Calle Mayor, cerrando la plaza, una placa recuerda el lugar donde estuvo la Iglesia de San Salvador, lugar donde se celebraron las primeras reuniones del Concejo antes de la construcción de la Casa de la Villa. Según el escritor y biógrafo del Siglo XVIII, Álvarez y Baena, en sus orígenes fue una iglesia dedicada a Santa María Magdalena y el primer dato que se tiene de su existencia queda recogido en el Fuero de Madrid de 1202, en donde ya aparece como parroquia de El Salvador. En ella estuvieron enterrados personajes ilustres como Pedro Calderón de la Barca, el conde de Campomanes, o Antonio Ponce de León, Duque de Arcos. La parroquia de El Salvador fue derribada en 1842.

En frente de la antigua parroquia, y al lado de la Plaza de la Villa, nos  encontramos el Palacio del Marqués de Camarasa o Palacio del Marqués de Cañete, que aloja el Centro Sefarad-Israel. Se trata de una construcción de finales del XVI a principios del XVII. La fachada principal del palacio quedó orientada a la calle Mayor y en la parte trasera se construyó un jardín protegido por gruesos muros de ladrillo. El edificio fue construido en ladrillo sobre sillería de piedra, con pocos elementos decorativos y rematado por dos torreones laterales, de forma similar a las construcciones herrerianas.

Se conoce por esos dos nombres porque en un principio residieron en él los Marqueses de Camarasa, y posteriormente, el Marqués de Fauces y de Cañete, y de él quedó la leyenda de que su espíritu vagaba por sus habitaciones desde que fue asesinado por uno de sus criados cuando descubrió que el marqués trataba de seducir a su mujer.

En la acera de enfrente, en el número 80, abre sus puertas un pequeño comercio llamado La Librería, especializado en libros sobre Madrid, por lo tanto, sitio de culto y de visita obligada para todos aquellos que nos apasiona esta ciudad, y que cada día queremos descubrir más secretos de ella. Nació en 1986. Con el tiempo se ha convertido en la única librería dedicada en exclusiva a libros sobre Madrid, contando actualmente con más de 1.000 títulos. En 1989, comenzaron a editar algunos libros bajo el sello de Ediciones La Librería, editorial que también está especializada en libros sobre Madrid, y desde entonces han publicado más de 400 títulos.

Enfrente tenemos la Pastelería La Santiaguesa, abierta en 1984 y perteneciente al famoso y vitoreado Horno San Onofre, donde yo he probado uno de los mejores Roscones de Reyes de mi vida.

Cruzando de acera un poco más delante, en el 84, tenemos Casa Ciriaco, una de las tabernas más antiguas de Madrid. Es un típico local castellano que ofrece platos de gastronomía tradicional madrileña, destacando el cocido madrileño, y es donde quizá se coman los mejores callos a la madrileña y la mejor gallina en pepitoria de la ciudad. La taberna comenzó siendo una botillería en 1887 hasta que Ciriaco Muñoz la compró en 1917 y la convirtió en restaurante.

Desde este edificio número 84, tuvo lugar uno de los hechos más negros de la historia de la calle Mayor pues, el 31 de mayo de 1906 Alfonso XIII contrajo matrimonio con Victoria Eugenia de Battenberg, y cuando la comitiva, que iba desde la Iglesia de los Jerónimos hasta el Palacio Real, atravesó esta vía y se disponía a salir a la calle Bailén, el anarquista Mateo Morral, desde el último piso de este edificio, arrojó una bomba camuflada en un ramo de flores. La pareja real resultó ilesa pero la explosión provocó una masacre alrededor de la carroza (25 muertos y un centenar de heridos).

Por eso, frente a Casa Ciriaco, donde nace la calle Pretil de los Consejos, encontramos un pequeño monumento realizado por el escultor Coullaut Valera, que consta de un simple monolito en donde se ha situado un ángel que recuerda a las víctimas del atentado.

Justo detrás del monumento, se encuentra, ya en la calle Sacramento, la iglesia del Sacramento, que es la Catedral Castrense o de las Fuerzas Armadas. Fue el templo del antiguo monasterio de las monjas bernardas de Madrid, fundado en 1615 por Cristóbal de Sandoval y Rojas, duque de Uceda, hijo del I Duque de Lerma y valido del rey Felipe III. Fue proyectada en forma de cruz latina por el arquitecto Juan Gómez de Mora en el año 1615, pero las obras comenzaron en 1671, medio siglo después de fundado el convento, debido a la caída en desgracia del valido, y se terminaron en 1744. Además de Gómez de Mora intervinieron los arquitectos Francisco Bautista, Manuel del Olmo y Bartolomé Hurtado García, que fue el director principal de la obra. La decoración interior la hizo Andrés Esteban en 1744. La fachada de granito es obra de Pedro de Ribera, hacia 1744. La iglesia es actualmente lo único que resta del monasterio de bernardas, pues el edificio del convento fue demolido en 1972. 

Al lado del monumento a las víctimas, se encuentra el Palacio de los Duques de Uceda, que alberga el Consejo de Estado y Capitanía General. El palacio de Uceda, es uno de los pocos ejemplos que quedan en Madrid de la arquitectura residencial nobiliaria del siglo XVII. Todavía no se sabe con certeza quien realizó el proyecto, pues hay algunos estudiosos que se decantan por atribuir su autoría al arquitecto madrileño Francisco de Mora y otros al capitán Alonso de Trujillo.

El palacio se concibió con una cierta similitud al Alcázar de los Austrias, pues tenía el aspecto de fortaleza, contaba con dos patios interiores, y tenía los chapiteles de estilo flamenco, que desaparecieron en posteriores reformas. Sus trazas y dimensiones venían a reflejar el poder del Duque de Uceda. Sin embargo, no lo vio concluido, por el proceso que se le abrió con la llegada de Felipe IV. A partir de este momento el palacio estuvo regentado por la Real Hacienda y se empleó como residencia de personas reales, de cortesanos y de nobles principales vinculados al servicio del rey.

Por falta de espacio en el Alcázar, ya en 1717, Felipe V ordenó trasladar al Palacio de Uceda los consejos de Castilla, Indias, Órdenes y Hacienda, con sus respectivos tribunales, oficinas, contadurías y tesorerías. Desde este momento el edificio fue conocido y denominado Palacio de los Consejos, denominación que se mantuvo después de la muerte de Fernando VII y durante largo tiempo con los gobiernos liberales.

En 1901 y con motivo de la reordenación de la calle Bailen fue necesario reformar el edificio y de nuevo, en 1960 se realizó otra importante reforma en el inmueble con objeto de recuperar su aspecto original, devolviéndole la nitidez a los granitos en cornisas, impostas, vanos, portadas, columnas, y a los ladrillos en los lienzos de la fachada.

Durante gran parte del siglo XX el palacio siguió siendo la sede del Consejo de Estado y con anterioridad a la Guerra Civil se estableció el Gobierno Militar y la Capitanía General de Madrid, institución militar que permanece en la actualidad. Tiene dos grandes portales de acceso flanqueados por columnas dóricas, unos vistosos escudos nobiliarios incrustados en sus fachadas y una curiosa alternancia de frontones curvos y triangulares en sus plantas altas. Su interior no es visitable.

Enfrente de él, en el número 88, nos encontramos el Palacio de Abrantes, un edificio del Siglo XVII. Su origen nos traslada al año 1653, cuando un noble de la Corte con el cargo de “Espía Mayor del Consejo Secreto de Su Majestad”, Don Juan de Valencia el Infante, compra cinco casas contiguas que se ubicaban en el lugar que ahora ocupa el palacio.

Fue construido entre 1653 y 1655 por el arquitecto Juan Maza. En 1835, fue la primera sede del Ateneo de Madrid. En 1842 el edificio fue adquirido por Ángel María de Carvajal y Téllez Girón, IX Duque de Abrantes. El duque encargo una profunda reforma del edificio para darle más vistosidad, encargándose de la misma el arquitecto Aníbal Álvarez Bouquel. En 1888 fue vendido al Gobierno Italiano que instaló allí su embajada, hasta que en 1939, al ser trasladada ésta a la calle de Velázquez, se instaura aquí el Istituto Italiano di Cultura. Esta entidad organiza frecuentemente actos como exposiciones, conferencias, proyecciones o recitales.

Al lado del Palacio de Abrantes está la pequeña calle de la Almudena, que guarda los restos del ábside de la Iglesia de Nuestra Señora de la Almudena, que fue el templo más antiguo de Madrid, y que fue demolida en 1868. Se encontraba construida sobre el solar de la antigua mezquita musulmana. La mezquita original formaría parte del primer recinto amurallado en el conjunto de la alcazaba.

En 1846, Mesonero Romanos presenta al Ayuntamiento de Madrid el proyecto que incluía el derribo de la iglesia para corregir la desviación de la calle Mayor, favoreciendo su ensanche y unión con la calle Bailén. En 1855 la iglesia entra dentro del catálogo de la desamortización de Madoz.

Aprobada en 1861 la reforma de Bailén y Mayor, se derriban numerosas edificaciones, entre ellas la iglesia de Santa María de la Almudena y el palacio de la princesa de Éboli. Finalmente la iglesia es derribada en el año 1868. Para preservar los restos arqueológicos, se llevó a cabo una acción de musealización de las ruinas y sobre éstas, tras restaurarlas, se colocó una cristalera. Para dotar de una mayor importancia a los restos arqueológicos, se encargó al escultor Salvador Fernández-Oliva un proyecto que hiciese destacar el espacio. El escultor usó como modelo a D. Carlos Mc-Lean, amigo del artista para crear la figura en bronce de un individuo al que llamó “El vecino curioso”, aunque para mí y mis amigos rusos, siempre será “mi amigo Pepe”, que contempla las ruinas ensimismado por toda la eternidad, a pesar de la visita de miles de turistas que inevitablemente perturban su tranquilidad “robándole” fotos a cada momento.

Y ya llegamos al final de la calle, cruzamos Bailén y tenemos a la derecha la entrada a la Cripta de la Catedral de la Almudena, ¡impresionante!, pues ocupa el mismo espacio que el templo principal. Bajando unos metros más, encontramos la imagen de la Virgen de la Almudena, colocada en una hornacina, en el lugar donde se supone que fue descubierta en 1085 tras haber sido ocultada a la invasión musulmana en el año 712.

Justo enfrente, encontramos una reja detrás de la cual podemos ver el Parque Emir Mohamed I, donde se conserva un pedazo de la muralla musulmana de Madrid. Poco después termina nuestra aventura y se inicia la Cuesta de la Vega, que da fin a nuestro recorrido.

Bien, queridos amigos, pues aquí termina el artículo de hoy. Espero que os haya gustado este paseo por una de las calles con más solera de Madrid y que, sin duda, cuando paseéis de nuevo por ella, la miraréis de una forma distinta y con más admiración y atención. Os espero en el próximo post, y no olvidéis… ¡PASO LISTA!

0 comentarios

  1. Muy bonito MADRID de nuestros amores !!. Anda que no he pasado veces por los lugares que has mencionado, especialmente en la época que Manolo, mi hijo estuvo por esos lares. En la actualidad deseando poder dar una vuelta con tranquilidad, sosiego y fijándome un poquito más en algunos apuntes que he tomado de tu escrito. Un abrazo!!

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