Jardín El Capricho

Saludos gatunos amigos. Aunque estábamos en Diciembre, el tiempo, por lo menos hasta el día 6, cuando se tomaron el video y las fotografías, es casi primaveral, y por ello, hoy vamos a salir al exterior, al lugar más romántico y bucólico de nuestra querida ciudad, pues os voy a “descubrir” el Jardín del Capricho, en la Alameda de Osuna, cerca de Barajas.

Cartel de entrada

Historia

El Jardín El Capricho o de la Alameda de Osuna, tiene su origen alrededor de 1784, cuando los Duques de Osuna, don Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Pacheco, IX duque de Osuna, y su esposa, doña María Josefa de la Soledad Alonso-Pimentel y Téllez Girón, XII condesa-duquesa de Benavente, una de las familias más ilustradas y poderosas de la época, arriendan y posteriormente compran, una finca de labor propiedad de los condes de Priego.

La duquesa fue una de las dos primeras mujeres en ingresar en la Real Sociedad Económica Matritense del País, por lo que, ante la polémica suscitada por la admisión de las féminas, en 1787 se formó en la Matritense, una Junta de Damas de Honor y Mérito, siendo nombrada Presidente.

Plaza de Toros y entrada a El Capricho

Este jardín se concibió, por indicación de la duquesa, con el doble carácter de finca de recreo y también como campo de experimentación, para el desarrollo de la agricultura. La construcción duró desde 1785 hasta 1810, veinticinco años, que sirvieron para convertir aquella finca inhóspita, como he comentado anteriormente, en uno de los lugares más atractivos y románticos de Madrid.

Entrada

En las obras trabajaron los más prestigiosos arquitectos, jardineros y escenógrafos de la época, y dado el carácter de mecenazgo de los duques, fue frecuentado por diversos artistas, escritores y científicos, entre ellos Francisco de Goya, que usaba las estancias para pintar, y practicar una de sus grandes pasiones, montar a caballo.

Plano del Jardín, situaado a la entrada

El primer diseño de los jardines de la finca fue a cargo de Pablo Boutelau, uno de los mejores jardineros de la Corte, al que se atribuye la construcción del jardín bajo.

Posteriormente, en 1787, se contrata a Jean Baptiste Mulot, jardinero francés muy afamado, quien ideó un diseño paisajista de estilo inglés y en 1795 se encargó de la construcción, otro jardinero francés llamado Pedro Prevost. Durante este periodo participó con él en la decoración, Ángel María Tadey y Borghini, un escenógrafo italiano a quien, además de la organización de los espectáculos y juegos que allí tenían lugar, también se encargó el cuidado y mantenimiento de la finca.

Vereda tras la cancela de entrada

El palacete fue construido por el arquitecto Manuel Machuca Vargas, discípulo de Ventura Rodríguez, y posteriormente por Mateo Medina, perteneciente a la Real Academia de San Fernando.

La invasión francesa de 1808, supuso la paralización de las obras del jardín, que ya estaba prácticamente terminado. En 1810 José Bonaparte confiscó la propiedad y se la cedió al general Belliard, gobernador de Madrid, quien mantuvo a Prevost al frente del jardín hasta su asesinato ese mismo año. Con la llegada de Fernando VII, y el Duque fallecido en 1807, la Duquesa, que había estado refugiada en Cádiz, recobró la posesión e introdujo algunas modificaciones, como la construcción del Casino de Baile, obra del arquitecto Antonio López Aguado.

Una de las columnas en el Parterrede los Duelistas

Al morir la duquesa, le sucede en el ducado y en la propiedad de la finca, su nieto Pedro Alcántara Téllez-Girón quien inició una nueva fase de construcción, remodelando la fachada del palacio, a cargo de Antonio López Aguado y realizó dos monumentos en memoria de sus antepasados: la exedra, en memoria de la duquesa y la isla del lago en conmemoración del Duque. Levantó además el fuerte, con su foso, el embarcadero chino y el puente de hierro y renovó el arbolado con nuevas plantaciones dirigidas por don Francisco Sangüesa.

Exedra, en la Plaza de los Emperadores

A la muerte del XI Duque de Osuna, la propiedad pasó a su hermano don Mariano Téllez-Girón, XII Duque de Osuna, militar de prestigio, que se dedicó a derrochar la fortuna familiar, lo que supuso que, a su muerte en 1882, y sin dejar herederos directos, la finca tuvo que ser subastada para pagar todas sus deudas.

Entre sus “locas” ideas, está la construcción de cuadras para camellos. También tuvo la intención de criar caballos para crear una yeguada que llevase su sello. En la subasta, la finca fue adquirida por la familia Bauer, representantes de la Casa Rostchild en España, que conservaron la posesión en buen estado.

Vista del Parterre y el Palacio desde la Plaza de los Emperadores

En 1934, la República, en aplicación de la Ley de 13 de mayo de 1933 sobre defensa, conservación y acrecentamiento del patrimonio histórico-artístico nacional, declara El Capricho jardín histórico, aunque durante la guerra civil fue convertido en Cuartel General del Ejército del Centro lo que supone un gran deterioro, pues se construyó un bunker subterráneo, con varios respiraderos, lo que dañó gravemente el jardín e incluso el palacio.

Bustos de los Emperadores

Cuando terminó la guerra, se vendió la propiedad. En 1942, fue declarado, por Decreto, Jardín Histórico. Durante los años siguientes, entre 1943 y 1952, Xavier de Winthuysen, notable paisajista y estudioso de los jardines de España, diseñó el actual parterre en la parte baja del Jardín.

Desde ese momento la propiedad pasó por varios dueños, lo que supuso que quedara en una situación de abandono hasta que en 1974 la compró el Ayuntamiento de Madrid, que contribuyó a su restauración y mantenimiento.

A esto también ayudó que, en 1985, el Jardín es incluído como Bien de Interés Cultural por el Patrimonio Histórico Español y, posteriormente, en 1986, se crea la Escuela Taller Alameda de Osuna que contribuye a la recuperación y restauración integral del conjunto. Los trabajos son financiados por el Ayuntamiento de Madrid, el INEM y el Fondo Social Europeo, y coordinados por el arquitecto José María Pérez, Peridis.

Laberinto en el Jardín Bajo

Actualmente es uno de los lugares más bellos de Madrid, y accesible gratuitamente a todo el que quiera visitarlo, pero sólo abierto los sábados, domingos y festivos con un horario que va desde el 1 de octubre al 31 de marzo, de 9:00 a 18:30 h, y del 1 de abril al 30 de septiembre, de 9:00-21:00 h.

Paseo por el Jardín

Ahora vamos a hacer una ruta por los rincones más interesantes de esta preciosidad, de la que disfrutamos en Madrid. En primer lugar, nada más atravesar la puerta enrejada de entrada, nos encontramos con un torno vigilado por dos guardas del ayuntamiento, que controlan la entrada y salida de los visitantes, pues solamente se permite la estancia de 1.000 personas al mismo tiempo.

Nada más superarlo, y tras un pequeño camino de unos 50 metros, llegamos a una plaza circular, la Plaza de Toros, pues antiguamente se celebraban en ella algunas corridas. Al final de esta plaza, se encuentra la puerta a los jardines, donde un pequeño cartel en lo alto que dice “El Capricho”, nos indica donde entramos.

Fuente de los Delfines

Una vez atravesada la cancela, entramos de lleno en una zona diferente, que nos hace olvidar que estamos en Madrid, en plena ciudad, y cambia enseguida nuestra concepción de la realidad, y encontramos una sensación de paz y tranquilidad, pocas veces hallada en nuestra querida Capital. Continuamos por una ancha vereda, flanqueada de cipreses, que conduce hasta la Plaza de los Emperadores.

Casa Palacio

A nuestra derecha, dejamos el Parterre de los Duelistas, obra de Martín López Aguado, llamado así porque en su parte central, hay dos columnas de mármol coronadas por sendos bustos de Perseo y Atenea, que representan a dos personas en disposición de celebrar un duelo, con una distancia entre ellas de los 40 pasos “oficialmente” designados para la confrontación.

Búnker de la Guerra Civil

Debajo de este Parterre, está el jardín más antiguo de toda la finca, llamado Jardín Bajo o Jardín de las Ranas, la primera propiedad que compraron los duques de Osuna en el siglo XVI al Conde de Priego. Actualmente no se puede acceder a él. Su nombre proviene de la fuente que se encuentra en su plaza central, que es la más antigua y está decorada por unas ranas añadidas posteriormente por la Duquesa, construidas en bronce y que más tarde, se trasladaron a la fuente principal del Parterre, donde las vemos actualmente.

Templete de Baco

Seguimos nuestro camino y llegamos a la Plaza de los Emperadores, cuya denominación viene por los doce bustos de césares romanos instalados en 1815 procedentes de un palacio que la Duquesa tenía en Gandía.

Pero lo más bonito de esta plaza es la Exedra, un pequeño templete realizado entre 1837 y 1838 cuyas columnas sostenían una pequeña cúpula ya desaparecida, en cuyo centro encontramos un busto de la duquesa de Osuna sobre un pedestal, encargado por su nieto Pedro Alcántara Téllez-Girón y realizado en bronce por el escultor José Tomás y que fueron adquiridos por el Ayuntamiento de Madrid, en octubre 2013, por 30.000 euros, a los herederos de la propietaria del restaurante Mayte Commodore. En el templete también destacan un grupo de esfinges egipcias y grecorromanas, de plomo, realizadas por Francisco Elías.

Templete de Baco

Desde esta plaza, seguimos por el ancho camino a cuyos lados tenemos el Parterre, realizado por Xavier de Winthuysen en los años 50 del siglo XX. Cabe destacar, a esta altura, y en la parte baja derecha, un imponente Laberinto, construido con laurel. Aunque no existen datos de que el laberinto existiera antes del siglo XIX, se cree que se creó en tiempos de la Duquesa. Ocupa una superficie de 6.030 metros cuadrados y los caminos más cortos para llegar a su centro o salir de él miden 370 x 319 metros respectivamente. En su plaza central se instalaron unos bancos y se plantó un árbol de Júpiter, que destaca en primavera al florecer su color rosa.

Este laberinto fue dañado y llevado a un grave estado de abandono durante unos años debido a un aterrizaje forzoso de un avión de Iberia procedente del cercano Aeropuerto de Barajas en los años 40 del siglo XX. Tras este último suceso, este espacio se utilizó como un almacén hasta que aparecieron los planos originales del Laberinto, y entonces comenzó su restauración.

Abejero

Si seguimos adelante en nuestro camino, llegamos a una pequeña plaza, en cuyo centro se encuentra la Fuente de los Delfines, el lugar donde se situaron las ranas que antes estaban en la Fuente del Jardin Bajo.

Justo detrás, nos encontramos la Casa Palacio, construida, como he comentado al principio, por Manuel Machuca. Tiene una fachada porticada de columnas graníticas rematadas por capiteles de plomo y al fondo florones decorados con relieves. Se accede a ella por una escalera doble de mármol que realza y da majestuosidad al sencillo pero bonito edificio, que sólo era usado por los duques en verano.

Rueda de Saturno

A su izquierda, y para mi sorpresa y la de todos los visitantes, aparece entre los arbustos, una puerta de hierro, acorazada, similar a las de los barcos, y no es otra cosa que un bunker de la guerra civil. Sí, en 1937 el ejército republicano situó en El Capricho su Cuartel General, la “Posición Jaca” del General Miaja.

Se construyó a 14 metros de profundidad, un búnker de 1.500 metros cuadrados con capacidad para 200 personas, fundamentalmente altos mandos, en caso de peligro. Desde el 28 de mayo de 2016, fue abierto al público con visitas guiadas.

Fortin

Continuamos nuestro camino, esta vez subiendo una vereda con cierta pendiente, en cuyo final nos encontramos con el Templete de Baco, construido entre 1786 y 1789 por Jean Baptiste Mulot. Tiene la curiosidad de no ser circular, sino que su planta es ovalada, y no tiene cubierta, pues desapareció tras un vendaval. En su centro está la estatua del Dios Baco, aunque originalmente estuvo la Venus de Juan Adán, que fue trasladada al Abejero, la siguiente visita en nuestro paseo.

Panorámica desde el Fortin

El Abejero es un lugar donde, según se cuenta, la duquesa de Osuna gustaba de tomar una taza de chocolate. Se trata de una construcción neoclásica que combinaba la ostentosa decoración interior, con la originalidad de tener una serie de colmenas incorporadas a una de sus fachadas.

Pero lo más curioso era que, mientras las abejas entraban y salían de sus panales a través de unas trampillas metálicas situadas en el exterior, la actividad que tenía lugar dentro de los mismos podía ser cómodamente contemplada desde el interior del edificio a través de cristales que con tal finalidad cerraban las colmenas por el extremo opuesto. Esta ingeniosa construcción tenía su complemento en la vegetación que la rodeaba, toda ella a base de las plantas preferidas por las abejas para elaborar la miel.

Vereda al lado de la Ría

Llegamos ahora a la parte norte, donde se encuentra el jardín de estilo inglés, lleno de pequeñas construcciones, llamadas “caprichos”, que adornan, a lo ya de por sí, bello del paraje. Lo primero que nos encontramos es la Rueda de Saturno, una plaza circular de donde surgen seis caminos iguales dispuestos en forma de radios a los que rodea en sus extremos otro camino circular. En el centro se haya una columna sobre la que se levanta la pequeña estatua de “Saturno devorando a sus hijos”, y en cuya basa figura el escudo de Pedro Téllez Girón.

Puente de hierro sobre la Ría

Según vamos caminando, nos encontramos el Fortín, una pequeña estructura con aire de fortaleza o castillo, pero de baja altura y forma poligonal heterogénea, rodeada de un minúsculo foso lleno de agua, que desemboca en la Ría, un pequeño canal por el que antaño navegaban falúas que llevaban a los invitados al Casino de Baile, del que os hablaré posteriormente.

Lago

La Ría, cruzada por un Puente de Hierro, el más antiguo de España construido con este material, nos lleva, a la Casa de Cañas y al lago en cuyo centro hay una islita en la que está situado el monumento funerario al Duque de Osuna, erigido por su nieto homónimo, Pedro, su descendiente. La Casa de las Cañas, llamada también Embarcadero Chino, es el lugar donde se guardaban los pequeños “botes” navegables.

Casa del Ermitaño. Foto propiedad de manuelblasdos.blogspot.com.es

Desde aquí nos vamos a desviar un poco para dirigirnos a la Casa del Ermitaño, donde vivió hasta 1802 en que falleció, un ermitaño llamado Fray Arsenio. Se dice fue enterrado secretamente en el jardín de la ermita, debajo de una piedra de forma piramidal. La Duquesa le pagaba para que rezara y se entregara en cuerpo y alma a Dios en su pequeño refugio.

Además, otra de sus obligaciones fue dejarse crecer el pelo y las uñas, y también, supongo que para susto de los invitados, era el encargado de guiar a la gente que se perdía por la finca de los Duques y llevarlos hacía ellos. En su sepultura se colocó el siguiente epitafio, que hoy está desaparecido:

“Aquí yace Fray Arsenio, residió en esta comarca 26 años en esta ermita de la Alameda de Osuna que le fue donada en caridad por sus méritos dedicándose constantemente a la oración y a las más sublimes prácticas piadosas.”
Isla y Monumento funerario

Caminando entre veredas frondosas, llegamos a otro “capricho”, el Casino de Baile. Se construyó en 1815 y es obra de Antonio López Aguado. Está situado sobre un pozo del que mana el agua que surte a la Ría del líquido elemento, bajo la escultura del Jabalí de Calidón. En la planta alta estaba el salón de baile.

Fuente del Jabalí de Calidón, en el Casino de Baile

Nos vamos acercando al final del paseo. Pero no podemos irnos de este maravilloso lugar sin haber pasado por la Casa de la Vieja, el último “capricho”, construida entre 1874 y 1875. Consta de dos plantas y está casi completamente cubierta por un rosal. Toda la bella decoración paisajística de los alrededores, fue diseñada por Ángel María Tadey.

Casino de Baile

Y con esto finalizamos la visita de hoy. Nunca había estado en el Jardín El Capricho, aunque había oído hablar maravillas de él, pero creo que esos comentarios se quedaban cortos al contemplar tanta belleza junta y tan bien estructurada y equilibrada. Sin duda, es uno de los lugares que más encarecidamente os recomiendo y, casi, obligo a visitar. Realmente, no quedaréis defraudados. Podéis llegar a él en metro, línea 5, estación El Capricho, que se halla a unos 600 metros, o por bus, líneas 101, 105 ó 151, que dejan en la misma puerta.

Casa de la Vieja

No os lo podéis perder amigos, lo mismo que tampoco podéis pasar por alto el próximo post. Os espero, y recordad… ¡PASO LISTA! Saludos gatunos.

Fuentes: 
Texto: http://el-capricho.blogspot.com.es/ 
       + Canal youtube “Enamorados de Madrid” 
       + http://mieladictos.com/
        + http://manuelblasdos.blogspot.com.es/
 Video y Fotos:  
    + Manolo G. Sanahuja 
    + Foto "Casa del ermitaño": http://manuelblasdos.blogspot.com.es

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