Palacio de Santoña

Detalle de la Portada de la calle Príncipe
Saludos gatunos amigos. Como siempre Madrid me va sorprendiendo día a día, y esta vez, nuevamente cerca de mi casa, en la calle de Huertas esquina con la calle del Príncipe. Yo sabía que ahí estaba la Cámara de Comercio e Industria de Madrid, y había visto muchas veces la preciosa fachada de Pedro de Ribera en la calle del Príncipe, es más, una vez entré en el edificio a realizar un papeleo, pero lo que no sabía era la maravilla de Palacio que hay en su primera planta y que, desgraciadamente, no era visitable para el público, en el momento en que se realizó el artículo en 2016, ahora ya se puede. Pero no os preocupéis, porque hoy os voy a desvelar cada rincón de esta joya arquitectónica madrileña, pues hoy os “descubro” el Palacio de Santoña, o Casa-Palacio de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Madrid.
Portada de la calle de Huertas
Historia
Muchos son los datos de los que dispongo sobre los inicios de esta Casa-Palacio, pero casi en su totalidad son bastante difusos y algo complicados, por lo que voy a intentar exponerlos y aclararos todo lo más posible. La primera referencia sobre el lugar donde se asienta el Palacio data de 1590, cuando Pedro Tamayo, que quiere ocupar el puesto de alguacil de la ciudad, intenta demostrar sus conocimientos sobre ella, hablando de los cuarteles (o barrios), aludiendo a su sobrenombre popular, y habla del cuartel de las Huertas, que se encontraba extramuros de la capital, y era una zona de huertas y campos de cultivo, donde se empezaban a construir pequeñas casas, pero a un ritmo acelerado e incontrolado. Al encontrarse en el camino de Atocha, por el que los reyes iban de visita al recién construido convento de los dominicos, numerosas mansiones comienzan a aparecer a lo largo del camino, conviviendo eras, huertas y los primeros edificios. Al conseguir esta nueva calidad de vida, los terrenos aumentan considerablemente su valor.
Placas informativas en las dos puertas, Huertas (ida.) y Príncipe (dcha.)
Según el marqués de Saltillo, en su artículo “Casas madrileñas del pasado”, publicado en la “Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos” que edita el Ayuntamiento de Madrid, en el lugar exacto donde está el Palacio, había en 1576 tres casas, adquiridas entonces por el médico Antonio de Villena, quien las vendería en 1593 al cacereño Juan Durán de Figueroa, quien alojó en su casa al “Príncipe Negro”, de quien os hablaré a continuación.
El Príncipe Negro habitó en este lugar desde 1593 hasta 1609. Muley Xeqne, Príncipe de Marruecos, nació en Marraquech en 1566, hijo de Muhammad al Mutavakkil. En la Batalla de Aleazarquivir para luchar por el trono, su padre murió ahogado, y él tuvo que escapar a Lisboa, donde permaneció algo más de diez años, y luego se trasladó a España, a Sevilla. Después vivió en Carmona y en Andújar, donde decidió convertirse al cristianismo tras ver una procesión de la Virgen de la Cabeza. Fue bautizado en El Escorial en 1593 con el rey Felipe II y su hija Isabel Clara Eugenia, como padrinos.
Patio central
Al morir el rey, su protector, y comenzar el “asedio” a los moriscos, sobre todo por parte de su viuda, la reina Margarita, que llevó al decreto de expulsión en 1610, Muley decide irse de España, en 1609, aunque él no fue despreciado. Permaneció en Milán, bajo la protección del virrey español, luego fue a Vigévano, e incluso visitó al Papa en Roma. Murió en 1621. Es importante esta figura porque fue referida en obras de Lope de Vega y Cervantes.
Después de este paréntesis, volvemos a la propiedad del Palacio, que estaba en manos de don Juan Durán de Figueroa. En estos años, adquiere gran importancia la aportación de los primeros planos con perspectiva caballera de Madrid, que nos permiten ver gráficamente como era el edificio en la época. El primero de ellos es publicado en Amberes por F. de Wit, en 1622. Luego se imprime, también en Amberes, en 1656, el de Pedro Texeira, de gran tamaño, y gran perfección. Por último, y en el siglo XVIII, está la Planimetría General de la Villa de Madrid, mandada hacer por el marqués de la Ensenada, concluido en 1764, y donde se verificó por primera vez la numeración de las casas de la Capital por manzanas, adjudicándose a “nuestro” Palacio la casa 1 de la manzana 223.
Portal abovedado de la calle Príncipe
Después de Figueroa, Don Diego de Roys Bernaldo, unifica los edificios aledaños y construye la primera gran casa, que luego vende en 1623 al portugués Manuel de la Vega. Tras él, pasó por varias manos, no sin ser protagonista de diversas disputas. Finalmente queda en poder de uno de los hermanos de Manuel, don Nuño, y por herencia, a su muerte, pasa en 1647 a su mujer María Tinoco, quien se lo dona a su sobrino Diego Fernández Tinoco en 1651. También figuraron como propietarios Leonor Fernández Tinoco, vizcondesa del Fresno, su hermana Jacinta con su esposo Francisco Suárez de la Concha, marqués de la Fresneda, y después la hija de éstos María Jacinta. Tras ésta, y por una nueva demanda, el inmueble sale a subasta pública, y es adquirido, en 1731, por Juan Francisco Goyeneche, marqués de Ugena, por 325.000 reales de vellón, aunque por diversos trámites burocráticos, la venta definitiva no sucedió hasta 1735.
Detalles del portal de la calle Príncipe
Don Juan Francisco Goyeneche, era un personaje muy reconocido en la capital, tanto social como económicamente. Nació en 1689 en Arizcun, en el valle navarro de Baztán. Llegó a ser Consejero de Hacienda en 1738 con Felipe V. Reedificó el edificio, pero conservando la estructura anterior, engrandecido por la mano de Pedro de Ribera, quien construyó una preciosa puerta en la fachada de Príncipe.
Angelotes en el vestíbulo frente a la escalera de gala
Falleció don Juan en el palacio, el 11 de agosto de 1744. Heredó la hacienda su viuda doña María de la Cruz Aedo, que murió tres años más tarde. Tuvieron cuatro hijos, de los cuales, las dos hijas, murieron en 1747, y los varones, heredaron dos títulos, Francisco Miguel, conde de Saceda, y Francisco Javier, marqués de Belunze. Estos títulos, más el de marqués de Ugena, fueron a parar a un nieto de Juan Francisco, Juan Javier de Goyeneche e Indaburu.
Vestíbulo frente a la escalera de gala
Juan Javier, en 1783 realizó una importante reforma en el Palacio, adaptando el interior al nuevo estilo borbónico imperante en la época, y derribando la torre de la fachada, que daba a las dos calles (Huertas y Príncipe). La demolición se produjo por el mal estado en que se encontraba, ya que había sido construida, probablemente, por Roys (aunque no hay certeza), con lo que sus maderas estaban ya pasadas, contribuyendo a esto el paso del tiempo y el ajetreo del “tráfico rodado”, pues el palacio se encontraba en el camino al cercano Coliseo de comedias de la calle del Príncipe (hoy Teatro Español).
Escalera de gala
Después de un breve período en que estuvo alquilado a la administración del Pósito de Madrid, volvieron los Goyeneche a principios del siglo XIX. En 1841, moría aquí Luis de Goyeneche y Múzquiz, hijo mayor de Juan Javier, y en 1874, José María, vendía la propiedad a Juan Manuel Manzanedo González, Duque de Santoña.
Bóveda de la escalera
Juan Manuel nació en Santoña en 1803, en una familia pobre. Siendo muy joven emigró a Cuba, donde se hizo uno de los banqueros más ricos y con más prestigio. Regresó a España en 1845, y logró introducirse en los círculos de poder económico y político, e incluso fue nombrado gentilhombre de Cámara de la reina Isabel, quien le concedió el marquesado de su nombre. Murió en 1882 en Santoña.
Meseta del primer piso y entrada al Palacio
Compró “nuestro” palacio en 1874, por una cantidad bastante elevada (se ignora exactamente cuál) En diciembre de 1873, se había casado con María del Carmen Hernández Espinosa, a quien entregó el palacio en donación de arras en 1879. Ésta, cuando enviudó, y con 44 años, se casó con un hombre mucho mayor, y muy rico también, que le dejó toda su herencia.
“La Virtud, defensora de la Inocencia contra el vicio” (Nicoli)
María del Carmen, era una derrochadora sin igual. Lo mismo construía un hospital (construyó el Hospital del Niño Jesús en Madrid) y ayudaba a los desvalidos, que gastaba su dinero en viajes de los que volvía cargada de objetos de arte, carruajes o porcelanas y vajillas. Sin embargo, en 1894, fue arruinada y quedó tan sola y pobre que fue a morir en París, recogida en una humilde mansión, por un viejo criado de la casa.
Vista general de la decorción de la escalera de gala
¿Por qué se produjo esta ruina? Todo comenzó porque se presentó en Santoña una hija que había tenido Manzanedo en La Habana, que la duquesa desconocía, y exigió cuentas y justificantes de la testamentaría. Para llevar adelante aquel asunto, María del Carmen tuvo que gastar toda su riqueza en abogados y costas, y finalmente, perdió el litigio. Sus propios abogados, entre ellos Canalejas, fueron los que le obligaron a abandonar el Palacio de forma indecorosa, sin dejarle sacar de él ninguna de sus posesiones.
Decoración del techo y cúpula de  la escalera de gala
Dicho esto, hay que reseñar que a Juan Manuel Manzanedo y a su esposa, se debe la reforma más importante realizada en el Palacio, en 1874, bajo la dirección del arquitecto Domingo de Inza. Se construyó una puerta en la fachada de Huertas, réplica de la realizada por Ribera en Príncipe, y se remodelaron todas las estancias interiores al estilo típico madrileño de finales del XIX.
Antiguo salón de baile
Tras el embargo a que fue sometida la duquesa de Santoña, el palacio pasó a manos del prestamista Enrique Parrella Sánchez, quien lo vende, por el cuarto de su valor a las hermanas francesas Saint-Aubin, María (esposa de Canalejas) y Rosa, por lo que se trasladan a vivir a él los tres, junto con el marido de Rosa, Vicente Llorente, y Alejandro, el hermano de las dos copropietarias.
Techo del antiguo salón de baile
En 1897, falleció María, pero José Canalejas siguió viviendo en la casa, incluso después de casarse con María Purificación Fernández y Cadenas. Dentro del Palacio montó una imprenta para que su hijo mayor, Pepito, publicara un periódico titulado “Para los niños”. A parte de esto, realizaba abundantes reuniones con periodistas y políticos de la época, dado su fama de buen conversador. E incluso cuando falleció asesinado en 1912, a manos del anarquista Manuel Pardiñas, los reyes don Alfonso XIII y doña Victoria Eugenia, acudieron al palacio a dar el pésame a su viuda.
Muro del antiguo salón de baile
En su testamento, deja la cuarta parte del palacio a algunos de sus sobrinos, y les aconseja que se entiendan con sus cuñados, propietarios de las otras tres cuartas partes. Toda la familia estuvo de acuerdo en que todo el edificio quedara en manos de Rosa Saint-Aubin, a cuya muerte, volvió a los sobrinos que, debido al enorme coste del mantenimiento, lo dejaron un poco abandonado hasta que fue comprado por la Cámara de Industria de Madrid en 1933.
Detalle de la decoración del antiguo salón de baile
Esto es así, gracias a don Casimiro Mahou, el presidente de la Cámara de Industria en ese momento, que convenció a su equipo dirigente de que era necesario cambiar la sede, sita en la calle San Bernardo número 2, a otra de mayor prestigio acorde con la importancia que había ido obteniendo la institución. Comprobaron que estaba en venta el Palacio de Santoña, aunque ocupado por diversos inquilinos, como una Casa Regional, una empresa suiza, dos familias…
Vestíbulo del piso principal
Se reunieron con los albaceas de la herencia de Rosa Saint-Aubin y Bonnefout, y los otros cuatro propietarios, los Saint-Aubin y los Canalejas, y firman la escritura de venta de la casa-palacio el día 6 de junio de 1933. La Cámara establece aquí su sede el 8 de febrero de 1938. Años más tarde, se realiza una restauración a cargo del arquitecto Fernando Chueca Goitia, sin alterar los valores artísticos y decorativos que aquí se encuentran.
Retrato del Marqués de Manzanedo en el vestíbulo del piso principal
Por último, ha tenido lugar una nueva restauración, del edificio primero, y del palacio, situado en la primera planta, después, cuyas obras terminaron recientemente, en septiembre de 2015.
El Palacio
1. Portada de la fachada de la calle del Príncipe
Como ya he comentado anteriormente, el duque de Santoña encargó en 1874, la remodelación del palacio a Domingo de Inza quien, además de conservar la preciosa portada de Príncipe, hizo una copia casi exacta, con ligeras variantes, en una nueva puerta que se abrió en Huertas, ambas en un estilo barroco madrileño, similar al del maestro Churriguera.
Salón Renacentista o Pompeyano
La portada de la calle del Príncipe, como ya comenté, construida por Ribera, engarza la puerta y el balcón principal, formando un todo unido por diversos adornos, y sobre en el que hoy, aparece el escudo de los marqueses Manzanedo y Santoña. Las puertas originales de madera, fueron trasladadas en 1874 a la entrada de Huertas, y en donde hay una falleba con la fecha 1734. Las puertas que hoy cierran la portada de Príncipe, las construyó Laorga, por orden del duque de Santoña, en caoba maciza, y están talladas con adornos de flores y, en el friso superior, unas figuras de angelotes con cestillos, de magnífica talla. Para protegerlas, en la actualidad, están cubiertas por unas cajas de cuarterones, que sólo se desmontan en ocasiones señaladas, cuando se abre la puerta.
Techo del salón renacentista o pompeyano
2. Portal de la escalera de gala
Una vez se entra por la portada de Ribera en la calle Príncipe, hay un bonito portal abovedado, con abundante decoración, donde destacan, en los ángulos, las estatuas en altorrelieve de las cuatro partes del mundo conocidas hasta entonces, Europa, Asia, África y América, también de estilo barroco, y en los laterales los escudos de las casas de Santoña y Manzanedo, todo ello obra de Manuel Oms.
Salón Luis XV
3. Escalera de gala
Tras este portal, llegamos a un vestíbulo, donde se cruzan dos ejes correspondientes a las dos entradas principales, la de Huertas y la Príncipe, de donde arranca la escalera de gala, construida en mármol blanco de Carrara, tanto los peldaños, como las balaustradas, antepecho y meseta. Sobre la puerta de salida al patio, es decir, por el lado de Huertas, hay unas figuras de ángeles con adornos que debieron ser esculpidas por Laorga, y los grupos de angelitos en altorrelieve del fondo del vestíbulo, tras las columnas de mármol de Carrara, son de Manuel Oms.
Techo del Salón Luis  XV
La escalera es de estilo Renacimiento italiano, y fue rediseñada por Domingo Inza sobre la existente en el siglo XVIII. El pasamanos es de gran belleza, formado por una fila de ángeles enfrentados por parejas, desnudos con un libro o pergamino sobre el que están escribiendo, y separados por el escudo de Manzanedo y Santoña, obra todo del escultor Cario Nicoli, como también es autor de los dos leones, uno dormido y otro despierto, del arranque de la escalera.
Galería del gabinete
En el primer rellano, sobre la pared del fondo se colocó en 1988, por acuerdo del Pleno de la Cámara, un bajorrelieve en bronce de SM el rey don Juan Carlos I, en conmemoración de su visita con ocasión del Centenario de la Cámara, obra de Jubo López Hernández. Sobre esta misma pared, aparecen dos placas que recuerdan las visitas de los príncipes herederos de Japón, y de los reyes de Suecia. Encima de todas estas placas, hay tres hornacinas que incluyen sendas estatuas de mármol, también de Cario Nicoli, que representan a la diosa Fortuna, una amazona, y Minerva.
Gabinete desde la galería
Los muros laterales, están decorados con seis bellos paneles que representan a seis musas de la mitología, a la izquierda Arquitectura, Escultura y Pintura, y a la derecha, Tepsícore (danza), Erato (música) y Talía (comedia), obras todas del catalán Francisco Sans Cabot, así como también las grandes alegorías de la bóveda de la escalera, que representan escenas relativas a ultramar.
En el centro de la meseta de la escalera, hay una hornacina que guarda un impresionante grupo escultórico, también clasicista, y de mármol blanco de Carrara, que representa a “La virtud, defensora de la inocencia contra el vicio”, obra una vez más de Nicoli, y premiada en Florencia el 24 de mayo de 1873.
Detalle de la entrada de la sala oval del gabinete
La vidriera que cubre la bóveda de la escalera, es obra de la Casa Maumejean, de la que ya os he hablado en anteriores artículos, pues eran muy famosos en la época, y construyeron vidrieras por ejemplo para el Ateneo de Madrid, el Hotel Palace, Casino de Madrid, Oratorio del Caballero de Gracia… En el friso alto de la escalera, bajo la bóveda, encontramos bustos de escayola de personajes ilustres, como Fortuny, Rosales, Hernán Cortés, Quevedo, Colón, Lope de Vega, Cervantes, Calderón, Alonso Cano, Velázquez y Herrera.
Y tras unas preciosas puertas de caoba y otras maderas, talladas por Laorga, nos adentramos en el vestíbulo del piso principal.
Decoración de la galería del gabinete
4. Vestíbulo del Piso Principal
El vestíbulo, al igual que todos los demás salones de este piso, excepto el comedor, tiene el suelo de mármoles de varios colores con combinaciones de dibujos. Sus paredes y techo están decorados en estilo neoclásico, donde destaca el lienzo anónimo de la pared central del techo, que representa la escena del rapto de Ganímedes por pate de Zeus. Es una obra barroco-neoclásica de la escuela francesa de finales del XVIII o principios del XIX. En una pared, hay un retrato del marqués de Manzanedo, obra de Federico Madrazo, adquisición de la actual directiva de la Cámara.
Sala oval del gabinete
Salimos por la parte derecha del vestíbulo, y salimos a una galería cerrada, que circunda el patio central, y en la que están expuestos los cuadros que representan a los Presidentes de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Madrid. Bueno, el caso es que, siguiendo el corredor hacia la derecha, entramos en un salón que me dejo boquiabierto.
Techo del gabinete
5. Salón de baile
Sí, el salón de baile es sin duda el más espectacular de todo el palacio. Diseñado por Manuel Oms, contando con Francisco Sans Cabot como autor de las pinturas, y Francisco Pía Vila el organizador de todos los elementos escenográficos. Se trata de un compendio de arte, belleza, suntuosidad, colorido y barroquismo puro, en una sala de quince metros por diez, y 9 metros de altura, donde llaman la atención, primeramente, las pinturas de la escocia y el lienzo del techo, ya digo que obra de Sans, y que representan a las diversas regiones españolas, separadas por figuras alegóricas de las ciencias y las artes.
Salón oriental
En el mismo centro de cada uno de los grupos pictóricos, Manuel Oms colocó los escudos de las casas de Manzanedo y de Santoña, de escayola policromada y sostenidos cada uno por dos angelotes. El lienzo del techo, es un óvalo de ocho por cinco metros, y representa el origen del título del ducado de Santoña.
Son destacables también las alegorías de las Artes, Comercio, Industria, etc., de estilo clásico, y las alegorías de las cuatro estaciones del año, encuadradas sobre los espejos en las partes laterales. En el centro del muro exterior y en el del fondo, predominan dos preciosos espejos, aunque más grandes y valiosos son los de los laterales, traídos de París.
En la actualidad, este salón es utilizado como sala de conferencias, y está acondicionado con pantalla de proyección, y diversos elementos para tal fin, y está “vigilado” desde la parte posterior, por un busto del rey don Juan Carlos I. Y de aquí pasamos a un salón, muy señorial, llamado Salón Luis XV.
Decoración del salón oriental
6. Salón Luis XV
Este salón es uno de los que da más sensación de riqueza y señorío pues, aunque sus paredes son sencillas, están revestidas de ricas sedas, y su techo contiene gran cantidad de panes de oro en su decoración, además de ornamentos de mármol jaspeado, estuco, maderas doradas… En el centro del techo hay un óleo sobre lienzo, pintado por José Vallejo Galeazo, que representa la alegoría La Aurora. La lámpara araña, de cristal de La Granja, es la única que sobrevive en el palacio de la decoración que hizo Santoña. Este salón es actualmente utilizado como sala de consejos por la Cámara.
Lámpara del Salón oriental
7. Salón renacentista o pompeyano
Del Salón Luis XV, pasamos a una pequeña pero preciosa sala, que comunica también con el vestíbulo principal y el gabinete (que veremos posteriormente), y es el Salón Renacentista, o Salón Pompeyano. Fue decorado con un estilo muy fino y delicado por Francisco Pía y Vila. Destacan ocho medallones, repartidos por los cuatro muros, que representan a poetas y artistas clásicos italianos. La pintura del techo, Alegoría de las Bellas Artes, es obra de Manuel Domínguez Sánchez. Y de aquí pasamos a la siguiente sala, mi preferida, el gabinete de música.
Salon turco
8. Gabinete o “boudoir”
Se trata de uno de los elementos arquitectónicos más originales del palacio, pues el arquitecto que lo construyó, unió las dos crujías de la planta noble salvando el chaflán de las fachadas de Huertas y Príncipe. Aquí realizó una falsa rotonda de gran belleza, compuesta por dos espacios ovalados entrecruzados, que forman en el centro un óvalo perfecto con dos balcones al exterior, donde se ubicó un precioso saloncito, que era utilizado por las damas como saloncito de música, mientras sus esposos fumaban en el salón turco, del que os hablaré a continuación.
Techo del salón turco
Intervino en la decoración pictórica Plácido Francés, primer presidente del Círculo de Bella Artes, que realizó dos lienzos para las paredes, de carácter pastoral y campestre, y otro para el óvalo del techo, que representa una alegoría de los amores de Mercurio y Venus. Rodeando a esta salita, nos encontramos una pequeña galería, también de forma oval, donde aparecen empotradas cuatro grandes vitrinas donde los duques guardaban sus colecciones de objetos valiosos.
Lo impresionante del gabinete, es su curiosa sonoridad que, ante mi sorpresa, me mostró mi “guía”, pues se dirigió al centro de la sala, y dio una fuerte palmada, siendo repetida “mil” veces por una reverberación increíblemente perfecta, con un sonido similar al de la caja de una guitarra española. ¡Verdaderamente espectacular! Grabé el sonido para mostrároslo en este artículo, pero en el ordenador, no suena igual.
Detalle del techo del salón turco
9. Salón oriental
Esta sala tiene unas dimensiones de quince por siete metros. Está decorado con motivos orientales, animalísticos y geométricos, y donde destacan, la chimenea de mármol blanco de Carrara, atribuida seguramente a Nicoli, y los paneles, pintados por Bueso, que representan escenas de la vida japonesa de la época clásica. En un primer momento, este salón se llamó el Salón japonés, pero tras la visita de un ejecutivo, creo que coreano, que explicó que algunos de los adornos no eran propiamente japoneses, se decidió cambiar el nombre por Salón oriental. Actualmente se utiliza como salón de convenciones dada su longitud, la mayor de las salas del Palacio. De aquí, pasamos al salón turco.
Pared del comedor de gala
10. Salón turco
Este salón, contiguo al salón oriental, de unas dimensiones de diez por cinco metros, fue concebido como salón de fumar. El techo y las paredes están decorados con dibujos orientales, con algunas partes pintadas al temple, de estilo árabe, con atributos de pájaros y flores, y un óvalo en el techo, donde se entremezcla la marquetería, los azulejos, la lacería, y maderas y oros policromados, de una gran belleza. Destaca una chimenea, labrada en mármol color corinto, con un espejo encima, con marco turco dorado al fuego. Y finalmente, atravesando un pequeño pasillo, pasamos a la última estancia del Palacio.
Techo del comedor de gala
11. Comedor de Gala
Este gran salón, de doce por siete metros, enlosado en madera noble, tiene sus paredes casi completamente cubiertas por lienzos adosados a los muros, pintados al óleo por el paisajista Antonio Gomar en 1876, cuando tenía 23 años, excepto los dos grandes lienzos de la pared grande del fondo, que están pintados por Ramón Olavide. El lienzo del techo, es obra de Alejo Vera, discípulo de Madrazo, pintado en 1886, y que representa una alegoría de la abundancia al estilo greco-romano.
Vista general del comedor  de gala
Bueno queridos amigos, espero que os haya gustado este hermosísimo palacio que Madrid nos tenía oculto, y que gracias a la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Madrid, os he podido “descubrir” en la medida de lo posible. No me queda más que citaros para el próximo atículo. Os espero, no faltéis y, recordad… ¡PASO LISTA! Saludos gatunos
Fuentes: 
Texto:    + “La Casa Palacio de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid” de Jesús Torbado.
                   Editado por Cámara Oficial de Comercio e Industria de Madrid, 1997

Fotos y vídeo: + Manolo G. Sanahuja

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