Iglesia de la Real Concepción de Calatrava

Saludos gatunos amigos. Hoy os voy a descubrir una de las joyas barrocas más importantes que nos tiene escondidas este Madrid siempre por revelar, la Iglesia de la Concepción Real de Calatrava, más conocida como las Calatravas, en la calle de Alcalá. Antiguamente, esta iglesia formó parte del antiguo convento de la Concepción Real de las monjas comendadoras de la Orden de Calatrava.

Los orígenes de la Iglesia y el Convento de las Calatravas

Su procedencia reside en la Orden de Calatrava, que fue fundada por Raimundo Sierra de Fitero, e impulsada por Die­go Velázquez. El nombre de la orden proviene de la ciudad que defendie­ron los caballeros de Calatrava de los almohades en 1158, en nombre del rey Sancho III, pues la villa de Calatrava era un bastión que protegía a la capi­tal del reino cristiano en ese momento, Toledo.

Los caballeros consiguieron salvarla de la amenaza musulmana y se añadieron nuevas fortificaciones. En recompensa a su esfuerzo el rey de Castilla, Sancho III, concedió a Raimundo de Fitero la plaza de Calatrava, donde el citado Abad cister­ciense estableció una orden de monjes-caballeros, al estilo de las órdenes monásticas y militares de Tierra Santa, orden que fue aprobada por el Papa Alejandro III en 1164.

A esta orden per­tenecían tanto caballeros como religiosos, que vivían separados. Las órdenes militares tuvieron pronto su rama femenina, con el fin de acoger en los monasterios a las esposas e hijas de quienes partían a la guerra. Surgieron de este modo las religiosas Comendadoras de Calatrava. Por su propia naturaleza, los conventos de Comendadoras se convirtieron en prestigiosos centros educativos para las hijas de la nobleza siendo favo­recidos de este modo por reyes, nobles y potentados.

El 31 de octubre de 1623, las religiosas de la Orden Militar de Ca­latrava (22 monjas y tres frailas) se trasladaron a Madrid por mandato del rey Felipe IV y, tras habitar en varios lugares de la ciudad, se instalaron en el convento recién terminado de la calle Alcalá 25. En 1629, casi seis años más tarde de su llegada, se tras­ladaría la comunidad al monasterio aquí construido, bajo la advocación de la Concepción Real de Calatrava, donde permanecerían las religiosas a lo largo de casi dos siglos y medio. Era abadesa doña María de Peralta, administrador del convento fray Gabriel de Figueroa y Presidente del Real Consejo de Órdenes el marqués de Pobar. La ceremonia del tras­lado hasta su nueva residencia tuvo lugar el día 25 de agosto, festividad de San Luis, Rey de Francia.

Como el convento no tenía «competente edificio de iglesia» en los años de 1669, 1670 y 1672 se compraron varias casas y solares en la calle de Alcalá, próximos al Convento de Calatrava, para construir una de nueva planta, colocándose la primera piedra el 10 de diciembre de 1670 siendo abadesa doña Juana del Arco.

El templo se levantaría en pocos años con trazas del arquitecto fray Lorenzo de San Nicolás, agustino recoleto. El 30 de agosto de 1670 se firmó el contrato de construcción del conjunto Iglesia y convento, con los maestros de obras Gregorio Garrote e Isidro Martínez (éste último junto con Miguel Chocarro), siguiendo los pla­nos de construcción que había realizado el arquitecto-trazador Fray Loren­zo de San Nicolás, religioso agustino recoleto, uno de los más importantes arquitectos de su tiempo.

La obra se terminó en 1678 y costó 772.827 reales de vellón, (mo­neda de plata del valor de 34 maravedís, que equivalía a 25 céntimos de pe­seta) y fue el propio fray Lorenzo el que revisó la terminación y los materia­les empleados. La rapidez en su terminación favoreció la unidad estilística del edificio. El templo y el convento, éste último derribado en 1872, responden a la tipología conventual del barroco español.

 

Recientemente, se encontró dibujada a lápiz sobre el muro lateral izquierdo de la capilla de San Francisco de Paula una sección transversal del templo, conservado sin pintar para permitir ver la traza arquitectónica.

Ya en el siglo XIX, en octubre de 1857, el rey consorte D. Francisco de Asís de Borbón, esposo de la reina Isabel II, mandó decorar todo el ex­terior de la iglesia a la moda romántica, con influencias neorrenacentistas milanesas y del plateresco español, cuando según diseños del arquitecto Juan de Madrazo y Kuntz, se revocó en color rojizo, repitiendo en esgrafiado el motivo de la Cruz de Calatrava.

Con motivo de la Revolución de septiembre de 1868 que derrocó a la reina Isabel II y la instauración de la primera república, el Gobernador de Madrid, Mo­reno Benítez, el 5 de marzo de 1870 da la orden a las monjas Calatravas para que abandonen el convento antes del día 10 para su demolición, y se trasladen al convento de comendadoras de Santiago, cosaque realizaon el día 12 de marzo.

Finalmente, aunque el edificio del con­vento fue destruido en 1872, se optó por conservar la iglesia gracias a que el parlamentario Manuel Silvela en la sesión de Cortes de fecha 9 de marzo, consiguió obtener del Gobierno la resolución de respetar el edificio, por ser un bien de interés cultural y social.

La iglesia, a comienzos del siglo XX sufrió diversas obras de rehabi­litación. Durante la guerra civil, fue salón de baile y almacén de restos litúrgicos. En los sótanos se celebraba clandestinamente la Eucaristía y desde allí se llevaba la comunión en secreto a muchos fieles.

El 1 de febrero de 1995, la Iglesia de la Concepción Real de Calatra­va fue declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento. BOCM de 30/03/1995.

Ya en el año 2002 se inició una reforma integral del templo, las in­tervenciones se centraron especialmente en la cúpula barroca, la fachada que ha vuelto a tomar su color rojizo tradicional y la recuperación de las cresterías muy dañadas por el paso del tiempo. En una última fase se reha­bilitaron las cubiertas y dependencias interiores del templo.

El retablo recobró su concepción ornamental barroca después de la restauración, recuperando el movimiento de los volúmenes, el colorido de las policromías, el destello dorado de las tallas y arquitecturas que genera un juego de luces, reflejos y brillos que dan grandiosidad escénica al altar.

Iglesia

Tiene planta de cruz latina, con su nave central de mucha anchura, pero poca longitud. Esto se debe a que el transepto está enormemente desarrollado en anchura y en altura (aunque apenas se de­sarrolle al exterior) La nave central cubierta con bóveda de cañón con lunetos, con va­nos, se estructura en tramos separados por elegantes pilastras que recuer­dan al orden corintio; corona la misma una cornisa muy saliente sostenida por ménsulas pareadas. La misma cubrición presenta la capilla mayor y los brazos del crucero.

En el crucero, la cúpula de amplias dimensiones tiene un tambor provisto de cuatro ventanas abiertas y cuatro cegadas, separadas por pilas­tras pareadas y modillones, asimismo pareados en el anillo que domina el espacio interior.

La cúpula con 40 m. hasta la linterna es encamonada, ya que, si bien presenta tambor octogonal al exterior, es circular en el interior con nervaduras. Está sostenida por 4 pechinas pintadas al fresco en el siglo XVIII por Fran­cisco Ruiz de la Iglesia (1649-1703), pintor barroco, discípulo de Carreño. Esta cúpula se sustenta sobre machones achaflanados.

El coro se sitúa a los pies, en altura sobre arco escarzano (rebajado) en cuyos laterales se encuentra la cruz de Calatrava y se cierra por una reja de barrotes de hierro. En el brazo izquierdo del crucero se construyó duran­te las obras llevadas a cabo en 1857 y 1858 «un coro de fábrica para la or­questa en el mismo sitio que ocupaba el de madera»”, que durante muchos años ha estado ocupada por los dos órganos con los que cuenta la iglesia, uno de finales del siglo XIX, de la casa «Hijos de Montano, Madrid» y otro del siglo XIX, de Organería Española, en la actualidad en el coro.

Las tres capillas laterales, en cada lado de la nave, están separadas entre sí por pilastras y arcos de medio punto, estando las pilastras remata­das con capiteles decorados con ovas, dardos y hojas de acanto y festones.

La planta de las capillas es cuadrangular, sirviendo las dos centrales de acceso al templo desde el exterior y en el lado opuesto a la sala capitular. Sobre cada una de estas capillas se abre un vano rectangular, protegido por rejería, a modo de tribuna.

El Retablo

El espacio de la capilla mayor es quizá la parte más destacada del templo. En el testero de la misma admiramos el espectacular y bellísimo re­tablo de madera dorada y policromada, obra de José Benito de Churriguera, que crea una monumental estructura en arco de triunfo, totalmente recubierta por decoración.

En la zona inferior destaca el taber­náculo con forma de templete, flanqueado por dos ménsulas muy caracte­rísticas del estilo del autor. En el centro del retablo, dos pares de co­lumnas enmarcan una especie de dosel con la imagen de San Raimundo de Fitero, como monje y caballero fundador de la Orden de Calatrava, rodeada de banderolas y trofeos en alusión al carácter militar de ésta. Culmina el espacio una escultura de la Inmaculada Concepción, patrona del convento, en una gloria de ángeles con la paloma del Espíritu Santo. Rematando el retablo, una imagen del Salvador, escultura de Pablo González Velázquez.

Churrriguera falleció un año después de terminar el retablo, fue su última gran obra. Dos años después de finalizado el retablo mayor, en 1726, el tracista Juan de Villanueva Verdales hizo los retablos colaterales.

Cuadros en los altares del Crucero

En 2015 las imágenes que ocupaban sendos prominentes enclaves a ambos lados del altar mayor, han sido recientemente sustituidas por dos pinturas contemporáneas, firmadas en 2015 por la pintora turolense Nativi­dad Cañada Peña.

– En el lado derecho: Un retrato de Juan Pablo II.

– En el lado izquierdo: El icono de los santos mártires del siglo XX en Madrid, icono de un conjunto de santos correspondientes a religiosos de ambos sexos, muertos violentamente por ser católicos durante la Guerra Civil de 1936-1939.

En su parte superior aparecen 12 santos mártires, que resumen la historia universal del martirio. En la parte inferior del icono aparecen 36 santos mártires, que re­presentan a los 402 mártires del siglo XX en Madrid.

Capillas

A cada lado de la nave principal se abren tres capillas separadas por pilastras rematadas por capiteles decorados con ovas, dardos, festones y hojas de acanto en los ángulos y separadas por arcos de medio punto. Las capillas se cubren con bóvedas de arista rebajadas. Sobre las capillas ventanas enrejadas y en el crucero, tribuna. En el interior se refleja la moda barroca del último tercio del siglo XVII.

Pasada la puerta de entrada al templo desde el crucero, está la ca­pilla de San Antonio de Padua con soberbia escultura de Luis Salvador Car­mona. El retablo es de madera pintada y dorada, de la segunda mitad del siglo XVIII.

En la misma zona está la imagen de Santa Bárbara virgen y mártir, que nació, según la tradición, en Anatolia (actual Turquía) a comienzos del siglo III. Es la patrona de la artillería.

En el muro lateral están las esculturas de Santa Marta, protectora especial de cosas urgentes y difíciles. Es considerada la Patrona de las amas de casa y por extensión de quienes realizan trabajos en el hogar y cocina.

En el lado opuesto del crucero, encontramos un altar con una bellí­sima figura de San José con el Niño de la escuela de Carmona, del XVIII. En el mismo ámbito, están las esculturas del Corazón de Jesús y del Corazón de María y una imagen de la Inmaculada Concepción.

La primera capilla del lado del evangelio (izquierdo si estamos fren­te al altar) está dedicada a Santa Rita de Casia representada en una mag­nifica escultura del XVIII procedente del convento agustino de San Felipe el Real, resguardada por un cristal.

En el muro lateral de la misma capilla, está la Patrona de Castellón, pequeña imagen bellísima de la Virgen del Lledó. La imagen se encuentra en dicho templo desde hace más de cincuenta años y la venera la Real Co­fradía de la Virgen de Lledó.

La siguiente capilla es la de María Santísima y de la Soledad, del siglo XIX, sede de la Cofradía del mismo nombre. En 1724 un grupo de fieles devotos de la Virgen de la Soledad deciden fundar una cofradía con el nom­bre de Congregación de Nuestra Señora del Desamparo con el propósito de atender a todos sus miembros en los últimos momentos de su vida. Juan Pascual de Mena pudo realizar la talla en el siglo XVIII para la Congregación.

Desde 1870 la imagen de Nuestra Señora de la Soledad tuvo su sede en la Parroquia de San Ginés, dónde ha recibido culto hasta el 5 de junio de 2014, día en el que S. E. el Cardenal Arzobispo de Madrid Antonio María Rouco Varela autoriza el traslado de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad y Desamparo a su nueva sede en la Iglesia de la Concepción Real de Calatrava.

En la actualidad la Virgen de la Soledad se encuentra con el Cristo de Medinaceli el Viernes Santo por la tarde en la puerta de la Iglesia, y, procesiona en Madrid el Sábado Santo al encuentro del Cristo Yacente en la plaza de la Villa, convirtiéndose en la procesión que cierra la Semana Santa madrileña.

Bajo el coro, sobre damasco rojo y dosel barroco de madera se en­cuentra una escultura del Santísimo Cristo de la Esperanza, talla clasicista de tres clavos, en madera policromada de finales del XVIII o principios del XIX.

La primera capilla en el lado de la Epístola en los pies de la iglesia, es la de San Francisco de Paula, canonizado por el papa León X en 1519. Aparece el santo dentro de un original e interesante retablo dorado de tra­dición barroca tipo escaparate, como si fuera un diorama, en el momento en que recibe la visión de su emblema “Charitas”, que puso como lema de su orden los Mínimos. La escultura es del XVIII y el retablo de 1910, del escultor valenciano (de Aldaya), Melitón Comes.

Sobre la mesa del altar está una pequeña urna con Cristo yacente, imagen barroca del siglo XVII firmada por Perrone en uno de los pliegues del sudario (puede ser el autor Aniello o Michele Perrone, escultores hermanos napolitanos de la segunda mitad del siglo XVII).

En esta capilla es donde se descubrió, al retirar un retablo durante los trabajos de restauración, un plano a escala 1/200, oculto bajo varias capas de yeso en el que, dibujado con grafito aparecen las trazas del tem­plo, incluida su planta, naves laterales y linterna, dibujos del arquitecto del templo Fray Lorenzo de San Nicolás.

La siguiente capilla, cuyo frontal da paso a la sala capitular de los hermanos de la Orden de Calatrava, tiene dos retablos en los muros latera­les del XIX, uno frente al otro. El primero con una imagen de la Virgen del Pilar, patrona de España, y, a ambos lados, San Judas Tadeo, patróno de los casos imposibles y causas desesperadas, y San Expedito, militar romano, patrono de las causas justas y urgentes y por ello muy venerado. En el muro de la entrada a esta capilla está San Pancracio joven mártir, decapitado en el año 304 en Roma.

En el segundo altar, al frente, la Virgen del Carmen y a los lados, santas del Carmelo, Santa Teresa de Jesús, Santa Teresita de Lisieux y Santa Maravillas de Jesús.

La tercera capilla da cobijo a Nuestra Señora de Montserrat prove­niente del Hospital de la Corona de Aragón que estaba en la plazuela de San Martín. Retablo barroco rehecho en el siglo XIX. La capilla alberga santos catalanes. En sendas hornacinas, las imágenes en madera, posiblemente de finales del siglo XIX de Santa Eulalia de Barcelona (Hispania 290 d.C.) y de San Jorge. En el remate del retablo el escudo de la abadía de Montserrat.

A los lados y en las hornacinas del lado derecho San Miguel de los Santos, San Antonio Maria Claret y San José Oriol y en las del lado izquierdo y de San Pedro Claver, San Ramón Nonnato y San Raimundo de Peñafort, tallas del siglo XX. En los lunetos escudos catalanes y diversas pinturas con vistas de Montserrat.

Las rejas de las capillas, todas similares, son de madera de finales del XVIII. La más antigua, firmada por Pajol en 1686, con herrajes y cerradu­ras, es la que en el crucero daba paso de la iglesia a la sala de juntas de los Caballeros de Calatrava.

Saliendo de la capilla de Nuestra Señora de Montserrat, y hacia el crucero, se encuentra el bello púlpito de madera policromada, con elegante tornavoz de estilo barroco que, fue regalado a la Iglesia de las Calatravas en 1858 por don Antonio María Felipe de Orleans, duque de Montpensier, gran comendador de la Orden de Calatrava con escudos de las armas de los Orleans y la Cruz de la Orden. Antiguamente el acceso al púlpito se hacía por una escalera interior, ubicada en el muro.

Exterior

El exterior de la Iglesia de las Calatravas, levantada durante el rei­nado de Carlos II en ladrillo y mampostería, destaca sin duda su fachada, renovada en 1858 por Juan de Madrazo y Kuntz por encargo del rey consor­te Francisco de Asís y Borbón. Para la decoración, se utilizaron elementos platerescos como las cresterías, decoradas con grifos alados; también aquí aparece repetida la Cruz de la Orden de Calatrava.

A la fachada se abren dos puertas, una que da paso al crucero y otra que se abre a la segunda capilla del lado del Evangelio y que es la que se utiliza normalmente para acceder al templo, la cual cuenta en las enjutas con sendos medallones en los que aparecen los bustos de los santos Pedro y Pablo. Las dos están enmarcadas por pilastras y tienen su parte superior ornamentada con pinturas al fresco, obra de Raimundo de Madrazo, en las que se representan, en la del crucero, a Cristo bendiciendo entre San Benito y San Bernardo, y en la de la nave, a la Virgen con el Niño siendo adorados por ángeles.

Por encima de la puerta del crucero, podemos ver una escultura de la Inmaculada hecha en estuco en el siglo XIX por Sabino de Medina; de la misma centuria son los dos santos que aparecen en el segundo cuerpo en­marcando un rosetón con la cruz de Calatrava: San Raimundo de Fitero, de Andrés Rodríguez, y San Diego Velázquez, de José Pagnucci y Zumel, ambos fundadores de la orden.

En cuanto a las rejas de las dos puertas, éstas fueron ejecutadas en 1686 por Pedro Calvo la del crucero, y José Majol, la de la nave.

Bien amgos. Espero que os haya gustado esta magnífica y desconocida maravilla barroca. Quiero agradecer a Emilia de Aragón toda su ayuda y permisos necesarios para poder realizar este reportaje. Nos vemos en el próximo artículo. Os espero no faltéis y recordad… ¡PASO LISTA! Saludos gatunos.

 

Fuentes:
Texto: + Programa de visitas de la Iglesia de la Real Concepción de Calatrava, cedido por Emilia de Aragón.
Fotos : + Manolo G. Sanahuja

4 comentarios

  1. Gracias Manolo por sacar a la luz, con este genial artículo, una iglesia que comenzó y terminó en estilo barroco y que sin duda es una joya, hasta ahora poco conocida, que representa las elegantes trazas de la arquitectura barroca madrileña del siglo XVII.

  2. Visite esta semana en mis vacaciones la catedral y debo confesar que nunca había pasado una Semana Santa fuera de Costa Rica por razones laborales. Me impresionó mucho la intimidad y lo acogedora que es la iglesia; y en particular su escala y proporción. Entre los comentarios que le hice a mi amigo español, era el porque en un altar principal aparecían tres “personajes “. Me dijo que no sabía y me compartió este gran artículo. Gracias al autor y en especial a Goyo.

  3. Hola. ¿Qué fuente ha usado para escribir que la iglesia se usó como salón de baile durante la guerra? Yo siempre he escuchado que estuvo cerrada toda la guerra, salvo los primeros días. Si se hubiera usado como salón de bailes, ¿cree que se habrían conservado los retablos, imágenes, pinturas, orfebrería, órganos…? Saludos,

    • Hola Javier. Pues todos los datos me los facilitó la persona que ha redactado todos los folletos históricos de la iglesia, por lo que las fuentes son de primera mano.

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