Real Academia Española (RAE)

Saludos gatunos amigos. Hoy nos introducimos en el corazón de las Letras Españolas pues, utilizando correctamente todas las reglas gramaticales y de ortografía, vamos a conocer todo lo relacionado con el edificio de la Real Academia Española, conocida comúnmente como RAE, que dicta las normas, alberga y cuida, el correcto uso de la lengua española.

Antes de nada, quiero hacer unas observaciones importantes. En primer lugar, y como no es posible la visita pública del edificio, salvo casos extraordinarios, no he podido meterme en la mochila de Manolo, y poder disfrutar con él de los entresijos y secretos de esta insigne institución, por lo que las fotos del reportaje, así como los datos para su realización, han sido cedidos amablemente por la RAE.

En segundo lugar, que surge como consecuencia del primero, las fotos no las hemos podido identificar y ubicar correctamente, por lo que no sabemos, aunque mi intuición gatuna me da una pista, a qué corresponde exactamente cada ilustración, pero supongo que el humano o gatuno visitante de mi blog, también sacará sus propias conclusiones.

Dicho esto, queridos amigos, nos introducimos en el edificio de la Real Academia Española. Espero que os guste el artículo.

 

Orígenes

La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga, VIII marqués de Villena, quien fue también su primer director, a imagen y semejanza de la Academia Francesa fundada por el cardenal Richelieu en 1635. El 6 de julio del 13, se celebró en casa del marqués la primera sesión oficial del nuevo organismo, según su primer libro de actas, que data del 3 de agosto de 1713, aunque su constitución no fue aprobada oficialmente hasta el 3 de octubre de 1714, mediante un cédula del rey Felipe V. Estaba compuesto inicialmente por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Como dato curioso, comentar que los primeros académicos decidieron instaurar un lema para el grupo, que fue decidido en 1715 a través de una votación secreta: «Un crisol en el fuego, con la leyenda: LIMPIA, FIJA Y DA ESPLENDOR».

Desde un primer momento, la RAE se marcó como objetivo esencial la elaboración de un diccionario de la lengua castellana, «el más copioso que pudiera hacerse». Esto se plasmó en la realidad con la publicación del Diccionario de autoridades, editado en seis volúmenes, entre 1726 y 1739.

En 1715, como he comentado antes, la Academia aprobó sus primeros estatutos, y contaba ya con 25 miembros. Esos primeros Estatutos, fueron modificados en sucesivas ocasiones, en las actualizaciones de 1848, 1859, 1977 y 1993. La Orthographía apareció en 1741 y en 1771 se publicó la primera edición de la Gramática.

Sedes académicas

La Real Academia Española actualmente cuenta con dos sedes en Madrid: el edificio institucional, que se haya en el número 4 de la calle Felipe IV, entre el Casón del Buen Retiro y la Basílica de San Jerónimo El Real (los Jerónimos), detrás del Museo del Prado; y el Centro de Estudios de la RAE y de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), situado en la calle Serrano.

El edificio principal, comúnmente conocido como el Edificio de la RAE, es de estilo clasicista, y fue construido entre 1891 y 1894, según el proyecto de Miguel Aguado de la Sierra Construida, sobre un solar cedido por la Corona. Es de planta rectangular y su entrada principal, rodeada de un pequeño jardín, da a la calle Ruiz de Alarcón, y está compuesta por un pórtico con cuatro columnas dóricas, al que se accede a través de una elevada escalinata.

La construcción consta de tres plantas y semisótano. Sus fachadas tienen un aspecto neoclásico donde, sobre una base de granito, descansa un paramento de ladrillo, que ocupa dos plantas, baja y primera, con vanos enmarcados en piedra. La tercera planta está compuesta de dos bandas planas con molduras a lo largo de su fachada, donde se aloja un entablamento de aspecto clásico, que sirve de apoyo a una cubierta con mucha pendiente, calada por dos amplios lucernarios.

En la fachada, muy colorida, predominan los rojos de arcilla y el tono crema de la piedra con la madera. En la planta baja se sitúan el vestíbulo central, salón de plenos y dependencias administrativas. El eje a la calle Academia distribuye una serie de espacios compuestos por la dirección, secretaría, junto a la sala y el seminario de apoyo. La planta primera acoge el salón de actos académico y la gran biblioteca de la Real Academia Española, junto a la biblioteca de los académicos Rodríguez Moñino y Dámaso Alonso. Se destaca en esta planta la escalera de traza a la española con un desarrollo estilo fin de siglo, característica de la época. En la planta de sótano, en la actualidad, se centralizan los servicios de salas de consulta, de lectura y archivo histórico y salas de compactos y servicios telemáticos. La planta bajo cubierta alberga una multitud de servicios en un espacio diáfano que acogen los trabajos asumidos por la Real Academia Española en los programas relacionados con el español en el mundo.

Pero antes de la sede actual, la Real Academia se albergó en diferentes lugares a lo largo de la ciudad:

Las reuniones iniciales se celebraron en el palacio del fundador, el marqués de Villena, ubicado en la plaza de las Descalzas Reales, frente al monasterio de San Martín, donde actualmente, está la sede de Bankia. Posteriormente, las sesiones continuaron en la casa del decano de la institución, Juan Curiel, en la calle de la Sartén (hoy Las Navas de Tolosa)

Más tarde, en 1754, con la dirección de la RAE de Fernando de Silva Álvarez de Toledo, duque de Alba, el rey Fernando VI concedió un espacio en la Real Casa del Tesoro, dependencia aneja al Palacio Real, en la actual plaza de Oriente de Madrid, donde estuvo la sede de la institución durante cuarenta años.

En 1793, siendo director José Bazán, Godoy cedió a la Academia el edificio del antiguo Estanco del Aguardiente, en la calle Valverde. La primera sesión se celebró allí en 1794 y fue la principal sede hasta el 1 de abril de 1894, en que fue inaugurado el emplazamiento actual, bajo la presidencia de la reina regente María Cristina, y Don Alfonso XIII, aún menor de edad, y el discurso inaugural, corrió a cargo del, entonces, director de la Academia, Don Juan de la Pezuela y Ceballos, conde de Cheste.

Ya en 2007, el Gobierno cedió a la Academia un nuevo edificio en los números 187 y 189 de la calle de Serrano, como sede del Centro de Estudios de la RAE y de la ASALE, con el fin de organizar mejor los trabajos académicos y los distintos proyectos panhispánicos.

Estatutos

La misión y la actividad de la Academia, inseparables de la evolución de la vida política, social y cultural española a lo largo de la historia, han quedado plasmadas en los sucesivos estatutos y reglamentos.

Como he comentado al principio, cinco son los estatutos que han regulado la actividad y el funcionamiento de la institución desde 1713 hasta la actualidad. Os los detallo seguidamente, aportando los datos tal y como nos han sido facilitados por la RAE, para no incurrir en errores gatunos de apreciación:

Los primeros, que datan de 1715, y fueron aprobados por el rey Felipe V, establecen la finalidad de la Academia, se fija en veinticuatro el número de sus miembros, se reglamentan las obligaciones de los académicos y las funciones de los cargos de director y de secretario, así como del «impresor propio», se determina la reunión plenaria semanal y su desarrollo, y se definen las obras académicas.

La actualización de 1848, aprobada por la reina Isabel II, conserva gran parte de los anteriores, pero incluyen algunas modificaciones, como la ampliación de las plazas de académicos de número a treinta y seis, se crean los cargos de bibliotecario y de tesorero y las comisiones para el trabajo, se define la composición de la Junta de Gobierno, se fija el protocolo de los actos públicos, y se consagra la partida presupuestaria ministerial.

Ya en 1859, y aprobada por la reina Isabel II, esta nueva actualización introduce como principal novedad la separación entre los estatutos, que obligan a la corporación, y el reglamento, que desarrolla por acuerdo del Pleno, la forma de llevar a cabo lo establecido por los estatutos. Para ello se formalizan las figuras del «académico correspondiente» y del «académico honorario» así como el cargo de «académico adjunto» a la Junta de Gobierno, se establece la periodicidad de los cargos y se dispone la publicación de unas memorias académicas, de los discursos de ingreso y de las obras premiadas. El reglamento, aprobado por la Academia en 1861, desarrolla y concreta minuciosamente todo lo previsto en los estatutos; determina el procedimiento de elección de un nuevo académico; regula el enriquecimiento de la biblioteca; ordena la contabilidad; consagra el uso del uniforme y la medalla académicos y fija el 23 de abril para la celebración del funeral anual por Cervantes y cuantos han cultivado las letras españolas.

Respecto a los Estatutos de 1977, aprobados por el rey Juan Carlos I, el texto considera la elección de los académicos y la duración de los cargos, en los que se introduce la limitación de edad. Incluye la obligación de mantener la Casa de Lope de Vega, que en la actualidad es propiedad de la Academia. Un real decreto de julio de 1980 incrementó en diez las plazas de académicos de número, que quedaron fijadas en cuarenta y seis.

Los estatutos que rigen actualmente la Academia, son los de 1993, aprobados también por el rey Juan Carlos I, y su innovación básica es reconocer como misión principal de la Academia la defensa de la unidad de la lengua española. Se establece la estructura orgánica actual, con el reconocimiento de la figura del vicedirector y la duplicación de los vocales adjuntos a la Junta de Gobierno; se suprime la perpetuidad de los cargos que hasta entonces la disfrutaban (secretario y bibliotecario) y se reglamenta la elección de los cargos; además, en el ámbito no académico, se crean la Gerencia y el Instituto de Lexicografía.

Junta de Gobierno

El máximo órgano rector de la Academia es la Junta de Gobierno que, según el reglamento vigente, ha de reunirse al menos una vez al mes. La preside el director de la corporación y está constituida, además, por el vicedirector, el secretario, el censor, el bibliotecario, el tesorero, el vicesecretario y dos vocales adjuntos. Todos estos cargos son electivos cada cuatro años —dos en el caso de los vocales— y prorrogables solo una vez. El director, excepcionalmente, puede optar a un tercer mandato.

Académicos de número

Los académicos de número, cuarenta y seis en la actualidad, son elegidos entre las personas que se consideren más dignas y se hará, a propuesta de la Junta de Gobierno, en el término máximo de cuatro meses a partir del día en que se haya producido la vacante. Las candidaturas, tienen que ser firmadas por tres académicos, y serán elegidos en votación secreta y, como mínimo, por mayoría absoluta de votos. Una vez elegido, el académico electo debe tomar posesión leyendo un discurso en junta pública en el plazo improrrogable de dos años a partir de su elección.

Los primeros estatutos de 1715, fijaron en veinticuatro las plazas de la corporación, designadas con letras mayúsculas del alfabeto. Las minúsculas vinieron después, con la ampliación de las «sillas» en años posteriores. Las plazas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no tienen, ni han tenido nunca, representación en los sillones de la RAE: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

Directores

La Real Academia Española ha tenido treinta y un directores desde su creación en 1713. El primero fue su fundador, Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga, marqués de Villena, a cuya familia pertenecieron los tres siguientes rectores de la institución.

En el siglo XX, Ramón Menéndez Pidal y José María Pemán accedieron al puesto en dos períodos diferentes de sus vidas. También hubo algunos casos de directores accidentales e interinos, como Vicente García de Diego (1965-1968) y Rafael Lapesa (1988). El cargo de máximo representante de la Academia tuvo la condición de perpetuo hasta que los estatutos de 1977 establecieron la temporalidad de los mandatos de los directores y del resto de los miembros de la Junta de Gobierno. Según los estatutos vigentes (1993), la permanencia en el puesto es de cuatro años, aunque el titular de la dirección puede optar, excepcionalmente, a dos reelecciones. Desde el 20 de diciembre de 2018 el nuevo director es Santiago Muñoz Machado, quien tomó posesión de su cargo el 10 de enero de 2019.

Académicos correspondientes

La categoría de académico correspondiente, se instaura en los estatutos de 1859, y distingue a personas reconocidas por sus investigaciones, estudios y publicaciones sobre distintas materias relacionadas con la lengua o la literatura españolas. Contribuyen a los fines de la institución desempeñando las tareas que esta les encomienda e informando de las variantes del español en sus lugares de residencia. Una vez aprobada la convocatoria, son elegidos en sesión plenaria siguiendo el mismo procedimiento que para la elección de académicos de número. Un diploma acredita su condición, que les permite participar en las reuniones del Pleno académico relacionadas con materias literarias o lingüísticas.

Académicos honorarios

La categoría de académico honorario fue establecida en los estatutos de 1859, aunque tuvo algunos precedentes en el siglo XVIII. Según el reglamento vigente, de 1994, «el título de académico honorario podrá conferirse a españoles y extranjeros cuyo mérito en el cultivo de las letras en lengua española haya alcanzado público reconocimiento». La propuesta de académico honorario «deberá ser firmada por cinco académicos numerarios» y, en la votación requerida para ser elegido, será necesaria «la unanimidad de los votos emitidos».

A lo largo de la historia de la institución, se han elegido los siguientes académicos honorarios: Pedro II, emperador de Brasil (1873); César Cantú (1880); Luis I, rey de Portugal (1881); Marco Aurelio de Soto (1883); Rafael Zaldívar (1885); Jacobo Fitz James Stuart, duque de Alba (1914); Jacinto Benavente (1947); Archer Milton Huntington (1954); Julio Dantas (1955); Príncipe Bernardo de los Países Bajos (1957); Jorge Guillén (1978); José Manuel Blecua Teijeiro (1982) y Eugenio Asensio Barbarin (1985).

Bien queridos amigos, ya os he transmitido todo lo que he podido diseccionar del Edificio de la RAE. Espero que os haya gustado la sede “guardián” de nuestras letras españolas. En próximos artículos, os seguiré contando más de nuestra preciosa ciudad. Os espero, no faltéis y recordad… ¡PASO LISTA! Saludos gatunos.

Texto: + Manolo G. Sanahuja (El Blog de Madriles)
Fotos: + Flickr RAE
REFERENCIAS:
 

Un comentario

  1. Preciosa vista interior del lugar que espero tener la dicha algún día, de estar dentro y poder ojear algunos de sus libros. Gracias

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